Profesor Guillermo Cesar Vadillo
  UNA ABSURDA SENTENCIA
 

UNA ABSURDA SENTENCIA 

La justicia civil determinó que una nena que en el 2002 tenia dos años, fue en parte responsable del accidente que sufriera cuando, en compañía de su madre, introdujo un pie en la puerta tijera del ascensor en momentos que comenzaba a funcionar. El hecho se produjo el 4 de mayo en el edificio que habitaban sito en la Avenida Directorio 4239 del barrio de Parque Avellaneda.

Merced a las heridas que sufrió en su pie derecho, su madre demandó al consorcio, pero la Justicia, en segunda instancia, entendió que la niña había tenido la culpa al estirar su pie por la puerta tijera y redujo la indemnización a la mitad de lo impuesto en primera instancia. No tuvieron en cuenta que desde el 2000 este mecanismo estaba prohibido. A causa del accidente, la niña estuvo internada 20 días y le realizaron siete intervenciones quirúrgicas en su pie derecho en el que aún quedan las marcas del accidente que sufrió hace más de cinco años.

En el fallo la Sala A de la Cámara Nacional en lo Civil a cargo de Hugo Molteni, Jorge Escuti Pizarro y Ricardo Li Rosi afirmaron que "otro factor cocausal cuya indiscutible presencia para la configuración del daño, el cual consiste en la decisión de la menor de dos años de edad de estirar su pierna hacia la puerta tijera, para pasar el pie entre los barrotes y permitir con ello que su pie se viera atrapado entre el piso de la cabina y la pared frontal del hueco del ascensor" . El fallo fue firmado el 29 de octubre.

Cuando me informé de la noticia en mi habitual lectura del diario "La Nación", primero me hizo gracia el absurdo dictamen y luego pasó a una profunda indignación que iba creciendo a medida que continuaba leyendo el fallo: "A pesar que la menor impúber carecía de discernimiento para actos ilícitos y, por ende, no puede ser reprochable su conducta antijurídica que colaboró en la producción del daño por ella experimentado, no por ello es in susceptible de ser computada esa conducta, cual si fuera un caso fortuito, para desvirtuar en alguna medida la relación de causalidad entre la amputada omisión del consorcio y el daño producido por la propia incapaz. Ya se trate del reproche hacia su progenitora, por no haber evitado esa temeraria reacción de la niña, evitando que la misma se acercara a las poco seguras puertas y, en su inocencia, decidiera introducir su pierna entrelos barrotes".

En el dictamen los jueces desconocieron la Ley que obliga a los edificios a cambiar en los ascensores las puertas tijeras por puertas placas, que fuera aprobada en 1999 y publicada en el Boletín Oficial porteño el 10 de febrero del 2000, al producirse el accidente la norma ya estaba en vigencia, esta Ley se sancionó a raíz de los hechos que en reiteradas oportunidades acontecieron.

Mi familia vivió un hecho similar, con una de mis nietas de la misma edad. Es la razón por la cual le dediqué especial atención a este suceso, me hizo recordar las tristes instancias que sufrimos, como así también la excelente labor del Cuerpo de Bomberos de San Miguel que concurrieron prontamente a solucionar la grave situación que padecía.

Considero que en su dictamen los jueces trataron de mostrarse magnánimos, otorgándose el derecho de crear valores que son impuestos sobre los hechos que deben juzgar.

La situación planteada se halla bien explicada en la obra "Allegro ma non tropo" del historiador italiano Carlo Cipolla cuando dice; "que los males que aquejan a la sociedad tienen por causa la actividad incesante de los conspiradores que atentan contra la felicidad humana: a saber los estúpidos". No se los debe confundir con los tontos, con personas de pocas luces intelectuales, a quienes su escasa brillantez les quita la mayor parte del peligro. La estupidez es una categoría moral, no una calificación intelectual: se refiere por lo tanto a las condiciones de la acción humana. Según este autor existen más estúpidos que buenos, malos o incautos;son más peligrosos porque no consiguen nada bueno ni siquiera para si mismos. Su pasión es intervenir absurdamente sin que sus desiciones tengan un sentido valedero, por el contrario destruyen lo que pretenden construir.

Si la estupidez es mala en todos los estamentos humanos, cuando recae en los jueces alcanza una gravedad especial. Suponer que son básicamente inteligentes es un error, fundada en una presunta intelectuabilidad. Existen razones estructurales y dinámicas para caer en ellas: presunto espíritu de seriedad, pensamiento mágico que los lleva a una fantasía de omnipotencia, sentirse poseídos por una alta misión, su soberbia que los hace creer que sus títulos académicos los convierten en dueños de la verdad. Olvidan muchas veces la sensatez y racionalidad en los argumentos que juzgan. Deben cultivar la indulgencia individual, en tanto no esté comprometido el desenvolvimiento espiritual. Esa indulgencia no debe estar inspirada en intereses económicos, debilidad o cobardía. Aristóteles expresó "No existe peor injusticia que la de tratar los casos desiguales de una manera igual". Platón en La República establece que la justicia regula y equilibra las virtudes. Sus funciones son lograr la armonía y mantener el equilibrio.

Una vez más la vieja armazón que dejaron para nosotros las generaciones pasadas se resquebraja, no puede consolidarse artificialmente, solo se la puede restablecer transformando al hombre desde su interior y no erigiendo estructuras externas basadas en la soberbia que solo los llevan a creerse dueños de la verdad.

Publicado el 3 de diciembre de 2007

 
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