En busca de una Argentina posible.
Gabriel García Márquez relata en Cien años de Soledad «cuando los habitantes de Macondo olvidaron el nombre de las cosas, José Arcadio Buendía tomó un hisopo entintado y las marcó con su nombre: mesa, silla, pared, puerta; luego marcó a los animales: vaca, gallina, chivo.
Después a la luz de las infinitas posibilidades del olvido vio que no alcanzaban con el nombre de las cosas, sino que había de explicar para que sirven. Entonces, completó cada letrero. Por ejemplo, en el de la vaca puso «Esta es la vaca, hay que ordeñarlas cada mañana para que produzca leche y a la lecha hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo una realidad escurri-diza, momentáneamente capturada por las palabras, pero había que fugarse sin remedio cuando olvidarán los valores de la letra escrita» (*)
Algo parecido sucede en la Argentina, se deben volver a redefinir actores, acontecimientos, mecanismos económicos, conocer su naturaleza para que sirven, que los posibilitan o impiden. De lo contrario, seguiremos cayendo en trágicas confusiones, las cosas tendrán definiciones extrañas, hechas a medida de intereses particulares, no sabremos que hacer y viviremos capturados por lo cotidiano al compás de las noticias de los diarios que nos dan muestras del fracaso del Estado.
Mueren por semana en accidentes de tránsito gran cantidad de personas. La inseguridad se ha convertido en una obsesión en todas las clases sociales. La crisis energética, la falta de agua potable y de cloacas, la decadencia de la educación, de la salud, la falta de justicia, limitan los derechos de los ciudadanos y dificultan su desarrollo.
Se fomentan decisiones arbitrarias, caprichos personales, ya sea para hostigar a una empresa o a un sector particular, se anuncian proyectos de dimensiones faraó-nicas, como el gasoducto del sur o el tren bala, marcan la desidia, la improvisación y la corrupción existente, tanto a nivel nacional, provincial y municipal.
Frente a esta difícil situación que atraviesa la Nación, la frivolidad de la Presidenta la lleva solo a estar preocupada por sus poses en las fotografías de los diarios o sus visitas a los shoppings que le han valido el mote que le diera la R.A.I (Radio y Televisión Italiana) «Nuestra Señora de los Shoppings» o el de los medios españoles «Reina Cristina».
El gobierno se mueve en el contexto de una dirigencia corrupta e ineficaz y una sociedad que tiende a movilizarse frente a la ineficacia gubernamental, pero que se halla desencantada, de escasísima cul-tura cívica y en la que existen sectores decididamente frívolos y superficiales.
Es preciso recordar que hoy la presidenta gobierna la misma sociedad que votó dos veces a Carlos Menem; a la misma clase media que se hizo famosa en Miami por la frase «deme dos» y a los mismos sectores populares que toleran y hasta aplauden a dirigentes sindicales y políticos notoriamente corruptos.
La sociedad argentina convive desde hace décadas con una casta de dirigentes sindicales que ha dejado de representar a los trabajadores para devenir en una suerte de corporación de rasgos mafiosos, que negocian con el poder económico y político, la suerte de sus representados.
Se enriquecen y hacen ostentación de ello, en el que no faltan amagues de vehementes indignaciones, forcejeos y hasta chantajes al poder económico y político, pero cuyo resultado histórico viene siendo el empobrecimiento de sus representados.
El gobierno nacional se halla minado desde los bordes, es decir desde las provincias y municipalidades que marcan en muchas oportunidades la manifiesta ineficacia frente a los problemas cotidianos de los ciudadanos como son: el tránsito, la limpieza, la seguridad, los ruidos, la polución, los ñoquis, consecuencia muchos de ellos de la inoperancia y simulación de estas adminis-traciones.
Cuando un gobierno tanto nacional, provincial o municipal, no es capaz de atacar con un mínimo resultado problemas de pura gestión ¿qué otra cosa que el repudio del ciudadano pueden esperar? El caso de los trenes es un ejemplo, con subsidios millonarios, su desvergonzada gestión y su humillante ineficacia han provocado más de un motín grave y cualquier día pueden originar una tragedia. Un hecho similar se ha producido en el Aeropuerto de Ezeiza y en Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, cuyas consecuencias afectan al importante ingreso de divisas que, es el turismo.
Si tanto el gobierno -nacional-provincial-municipal no pueden resolver estos problemas porque se han encontrado con un entramado político-empresarial-sindical-policial de enorme poder ¿se busca acaso solucionarlo negociando con el entramado o creando uno paralelo?.
La Argentina debe intentar una transformación, si bien es difícil, por la maraña de intereses impli-cados durante decenios de decadencia. El Estado sigue siendo el único instrumento de trans-formación, pero para iniciar el cambio se debe revertir el vacia-miento conceptual de la política.
En la actualidad se ha producido una terrible deserción en sus elites, pero aún existen en nuestra sociedad recursos intelectuales que perma-necen inexplorados y latentes con suficiente calidad y cantidad para recuperar a la Nación. William Shakespeare puso en boca del rey Enrique «Todo está listo si nuestros corazones también los están» (**)
(*) Cien años de soledad - Página 64 -Editorial de
bolsillo.
(**) La vida del rey Enrique V acto IV escena III.
Guillermo Vadillo