Profesor Guillermo Cesar Vadillo
  LA GLOBALIZACIÓN
 
LA GLOBALIZACIÓN
El mundo vive una nueva era de colonización, distinta a la ya conocida originada por Estados que buscaban su expansión territorial. Hoy sus actores son los grandes capitales que buscan dominar al planeta, estos nuevos dueños del mundo han acelerado su poder gracias a la revolución de la informática.

En su proyecto no aspiran conquistar territorios, sino mercados, en esta búsqueda siembran ruina y destrucción, grandes industrias sufren daños, con la angustia social que ello significa: el desempleo, subempleo, precariedad laboral, sobreexplotación de hombres, mujeres y niños, en la actualidad 300 millones de niños son explotados en condiciones inhumanas. La globalización que pretenden no tiene límites. Los grandes grupos empresariales que la forman saquean el entorno natural con medios abusivos, destruyen sus riquezas, sin freno y sin escrúpulos. Configuran una delincuencia financiera que recicla sumas inimaginables. Entre los años 1979 a 1999 la brecha entre ricos y pobres era muy grande, en la actualidad es aún mayor, casi 3.000 millones de personas –la mitad de la humanidad- viven con menos de dos dólares al día. En la actualidad se ha construido una sociedad dual, formada por un grupo de privilegiados y de hiperactivos por un lado y por el otro una multitud gigantesca constituida por trabajadores con empleos precarios, desempleados o excluidos. La abundancia de capitales que manejan alcanza a niveles sin precedentes, mientras que en el otro margen, el número de los que no tienen techo ni alimento crece sin cesar, 2.000 millones de individuos carecen de agua. Según las Naciones Unidas para cubrir las necesidades del mundo hambreado bastaría con retener menos del 4 % de la riqueza acumulada por las 225 grandes fortunas del mundo. La situación planteada lleva a los hombres carenciados a escapar de la legalidad, cayendo en estado de barbarie, en donde grupos dedicados al pillaje o bandas armadas imponen su ley y extorsionan a las poblaciones. Nace el crimen organizado, redes mafiosas, fanatismo religioso, corrupción, etc. Uno de los grandes responsables de la situación que impera en el mundo es la globalización neoliberal. Su poder es tan grande que obliga a redefinir los conceptos fundamentales de política y democracia, tales como Estado-nación, soberanía, frontera, independencia, todo lo transforma en mercancía que desintegra comunidades y busca masificar a los hombres. Se presenta ante el mundo un nuevo paisaje político-económico, los mercados buscan dictar las leyes al Estado, lo global gana a lo nacional y la empresa privada al Estado. El único actor de desarrollo es la empresa privada. En una economía globalizada, ni el capital, ni el trabajo, ni las materias primas constituyen factores económicos determinantes, lo importante es la relación entre estos tres factores, para mantenerlos una empresa no debe tener en cuenta fronteras ni reglamentaciones, sino buscar mediante la información la organización del trabajo y los modos de gestión. La globalización rompe con la política y la cultura, somete al ciudadano, busca formar un hombre vaciado de cultura, identidad, sentimiento. Lo introduce en una doctrina viscosa, que anula todo pensamiento de rebeldía, lo inhibe, confunde, paraliza y acaba por asfixiarlo, apoyándose en los sistemas mediáticos, lo llevan a ser manejado por una invisible policía del pensamiento. Para los neoliberales “El capitalismo no puede hundirse es el estado natural de la sociedad”. “La democracia no es el estado natural de la sociedad. El mercado sí”. Los poderes públicos son meros negociadores de la empresa. El mercado gobierna. El gobierno gestiona. La globalización liberal reconoce a la competitividad como la única fuerza que debe mover al hombre, a la empresa o un país, así lo declaró en el Foro de Davos el dueño de Nestle y agregó “lo más importante para sobrevivir en este mundo es ser más competitivo que nuestro vecino”. Sobre la base de lo expuesto es necesario luchar con todas nuestras fuerzas para construir un futuro diferente al que se vislumbra, no es posible conformarse con un mundo en el que existan dos concepciones humanas alfa y omega. Cinco mil millones viven en extrema necesidad, mientras que unos pocos millones viven en la opulencia. Es hora de concebir otro mundo posible fundando en una economía más solidaria, basada en el principio del desarrollo sostenible y colocando al ser humano en el centro de las preocupaciones.
 
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