|
|
|
UN ANALISIS DEL 2008
Llegamos al fin de un año plagado de vicisitudes para una Argentina cada vez más debilitada, en donde han desaparecido los ideales, primando en su lugar el materialismo, la indiferencia y el individualismo. La sociedad Argentina ha retrocedido respecto a sí misma.
Muchos explican esta situación como producto de la herencia de la dictadura militar, responsabilizando como es histórico en el país a los gobiernos anteriores, tranquilizando así su conciencia frente al desinterés por el futuro de la Nación. Otros culpan a la corrupción y a la estrechez de miras de la dirigencia argentina.
En ambos casos dejan de lado las nociones de “democracia” e “instituciones” conceptos que si bien son definidos teóricamente, en la práctica no son más que meras abstracciones. El Estado que debería hacer primar estos conceptos, se ha transformado en un mecanismo de opresión que ha perdido la confianza del pueblo. Un Estado deja de ser democrático, cuando no es respaldado por una sociedad conciente, organizada, exigente y respetuosa de la Ley.
No obstante la democracia goza de un amplio consenso social. Los últimos 25 años constituyen una prueba. Se ha luchado, muchas veces en forma cruenta contra ella, pero siempre han triunfando sus fuerzas, dentro de un espacio en el que se dirimen controversias en forma violenta en la búsqueda del poder.
En nuestros días las trabas impuestas al desarrollo de la democracia son tales que la llegan a asfixiar, vale como ejemplo la incompetencia de la justicia sobre algunos de sus fallos, o la cobardía de los políticos para resolver asuntos de puro sentido común. La solución de simples problemas cotidianos se traban, por diversas formas de corrupción.
La gravedad de la corrupción que hoy impera en la Argentina, tiene alcances internacionales, no solo en lo relativo al tráfico de armas y drogas, sino también por un sistema financiero que colapsa por la falta de límites sobre ganancias espurias de carácter especulativo.
Es interesante clasificar a la corrupción en: cipaya se da en los países dependientes, donde los dividendos se logran vendiendo el patrimonio nacional, como sucedió en la Argentina durante el gobierno de Menem y la de los países emergentes con fuertes políticas nacionalistas, como China, Japón o Corea, en la que existe una corrupción que no gana comisiones vendiendo el patrimonio nacional, sino que se quedan con parte de la riqueza que crece.
La Argentina vive en la actualidad el deterioro de los centros de educación y salud tanto por falta de presupuesto y capacitación, como por las eternas luchas sindicales y políticas que acompañan.
La seguridad está ausente del ordenamiento cotidiano y cuando hace acto de presencia es más de temer que de confiar. Esta situación conflictiva alcanza también al deporte, casi todas sus instituciones transitan por problemas internos en el que participan sus componentes (directivos, jugadores, técnicos, etc.), que dirimen sus dificultades mediante comportamientos mafiosos. En el caso del fútbol existe un accionar vergonzoso, hay tours para turistas extranjeros ávidos de emociones que pagan fuertes sumas solo por presenciar las luchas entre barras bravas.
Se debe hacer mención también de otras profundas crisis que se vivieron en el 2008, muchas de ellas las desarrolle en artículos anteriores durante este año como fueron: las del campo, la inflación, el problema del INDEC, la crisis energética, las AFJP, judiciales, etc.
Persisten aún otros problemas que gravan fuertemente la salud de la democracia, como ser la deuda social argentina que sigue siendo inadmisible. El 35 % de la población de las grandes ciudades del país no tienen un seguro de salud, el 38 % carece de los servicios básicos, 400.000 jóvenes del Gran Buenos Aires entre 14 y 25 años de edad están fuera del sistema educativo y del mercado laboral y son proclives a caer en la delincuencia.
Resulta de suma urgencia actuar sobre las bases sociales del problema de la delincuencia juvenil, que preocupa seriamente a la ciudadanía. Se debe buscar un enfoque integral con políticas de fondo dirigidas a los jóvenes excluidos, para que se les abran oportunidades educativas y laborales. En la búsqueda de prevenir el delito se debe poner énfasis en la protección de la familia, gran preventora de la delincuencia.
Ejecutar y llevar adelante estas políticas requerirá impulsar amplias concertaciones sociales, y remodelar el Estado para convertirlo en proactivo, con una gerencia social de calidad, trabajando participativamente con el pueblo en la búsqueda de lograr su inclusión social y productiva. La única política eficiente es la que pone al hombre en primer lugar.
Guillermo César Vadillo
|
|
|
|
|
|
|
53403 visitantes (97365 clics a subpáginas) |
|
|
|
|
|
|
|