REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO QUE VIVIMOS
Cuando en el 2003 Néstor KIrchner sube a la presidencia, después de haber sido gobernador de Santa Cruz, contaba con una economía personal muy próspera, 23 inmuebles, que alquilaba, y cuentas bancarias. En esos tiempos Cristina, su esposa, era senadora y colaboraba con su marido en las tareas de su gobierno en la provincia. El patrimonio inicial de la pareja fue creciendo mediante la compra, rehabilitación y venta de inmuebles y sagaces inversiones financieras. Alquilaban algunas de sus propiedades para que sirvieran de hoteles. Posteriormente crean una sociedad con uno de sus hijos, se trató de una consultoría que asesoraba a sus clientes en economía, finanzas, derecho, ciencias sociales, educación, administración y otras disciplinas. Muchos clientes se acercaron para ser asesorados en sus negocios e inversiones por estos expertos con fuerte vinculación gubernamental.
La verdadera fortuna de la pareja tuvo como escenario la localidad de El Calafate, rincón de la Patagonia, que atrae a millares de turistas cada año. El alcalde del lugar, Néstor Méndez, les ofreció a los Kirchner, en el año 2005 la compra de terrenos de una superficie de 60.000 metros cuadrados a 69 centavos de euro por metro cuadrado. Al año siguiente los revendieron a 50 euros el metro cuadrado. Financiaron así el lujoso hotel que edificaron en El Calafate. Ese mismo año se hicieron dueños de otros 129.000 metros cuadrados, a 69 centavos de euro por metro cuadrado y a los pocos meses los revendieron a 50 y a 57 euros el metro cuadrado.
Hay algo paradójico frente a estos hechos, serán los discursos del matrimonio frente a sus electores. Muestran al capitalismo como un peligroso enemigo, explotador, abusivo, egoísta y corruptor, pero sin embargo en su provecho la empresa Kirchner hacía grandes negocios. Los esposos gobernantes consideraban que no existe contradicción alguna de aprovecharse de un sistema odioso y al mismo tiempo buscaban desde el gobierno su ruina y extinción. Esta actitud les permitió volverse millonarios en un breve plazo, sin importarles las inclemencias económicas que vivía el país.
En estos días tras su victoria electoral, Cristina Fernández de Kirchner repite frases partidistas perimidas, impostando su tono de voz, seudo emocionado y recitando cada oración convencida que muestra una verdad revelada. Se desahoga con una verborrea lanzada desde preparados escenarios en los que busca imponer míticamente al pueblo la figura de su esposo muerto, empleando el término “Él” para divinizarlo. En busca de ese fin hace uso y abuso de su condición de viuda. Se auto discrimina, se victimiza, adoptando una postura de actriz de teleteatro, con permanente llantos en sus discursos muchas veces melodramáticos y en los que tampoco no deja de agredir con fuerza a los que no están de acuerdo con su política. Busca mostrar una Argentina distinta triunfadora fundada en base a un proyecto basado en el boom del consumismo.
Sus arengas sobre la división de clases tienen como escenario la Plaza de Mayo. Su eje son 200 años de desencuentros y fracasos. Marca con sus palabras un desconocimiento de la historia. Ignora que hace 100 años la Argentina era un país pujante, con gente trabajadora, era una tierra de paz a la que venían grandes contingentes de emigrantes que escapaban de la miseria que vivían en sus países. Trabajaron sin descanso y progresaron. En esos tiempos se abrieron caminos, fábricas, ferrocarriles, era una Nación pujante, respetada y reconocida por el mundo
Después vendrán años en los que comenzará la decadencia. Se sucederán gobiernos militares y civiles sin continuidad, ni proyectos. A mediados del siglo XX aparece el peronismo. Nacen una serie de desencuentros y fracasos, se introduce el odio de clases. Comienza un retroceso que llevará a un estancamiento, se perderá la continuidad educativa, la cultura se retrotrae, con un asistencialismo se destruye la cultura de trabajo. Nace una corrupción sin límites, los poderes pierden su consistencia, la Ley se desvaloriza, la Constitución es violada.
Cuando la vida de un pueblo se forja con la desobediencia a la ley, cuando la sociedad viola constantemente el orden constitucional y se rige por sistemas normativos paralelos, surgen las mafias y se pierde la civilización. La única solución es retomar a la Ley y a l a Constitución con seriedad y dar el ejemplo de arriba hacia abajo.
En estos últimos años se ataca a la fuente fundamental de la economía de la Nación que es el campo. El gobierno enfrenta el campo versus pueblo, enfrentamiento que tuvo sus comienzos en los orígenes del peronismo. Al levantar esta bandera destructiva, se desconoce la verdadera riqueza de la Argentina que le permitió ser reconocida como el granero del mundo.
La política que sustenta la Presidenta, basada en el peronismo histórico es instalar el resentimiento en la clase obrera, declararse del lado de los pobres, pero parada sobre su mal habida cuantiosa fortuna. Bajo una actitud dolida luego de la muerte de su marido, los arría como manada con promesas y dádivas que muy pronto llegarán a su fin. Los recursos de donde extrae el dinero tarde o temprano tocaran fondo, como consecuencia el asistencialismo cesará y se producirán fuertes levantamientos.
En tanto sus huestes integradas por políticos, gremialistas y funcionarios que responden al tenor del gobierno, serán al fin de sus mandatos los nuevos ricos. En la búsqueda de justificar sus actitudes levantan la bandera de la ilusión, con una proclama de justicia social. El peronismo siempre fue el tejedor del velo de la ilusión, buscó que nunca caiga, si se rompe enseguida es remendado.
Este velo significa para muchos la única posibilidad de acceso al poder político, cuya práctica en la Argentina es, en general, una de las formas más rápidas y seguras de enriquecimiento.
Quiero finalizar estas reflexiones con una pregunta ¿Cómo es posible que un país que lo tiene todo llegue a convertirse en una sociedad tan indecente? En mi soledad me respondo. Porque ha tenido varios velos de ilusión. Ha desfigurado la realidad con datos falsos y ha pretendido después salvar esa realidad con formas irracionales de vida. Con el peronismo nace el tejedor del gran velo de la ilusión.
Los que no nos dejamos engañar por este sistema perverso, seguiremos trabajando y luchando por nuestras ideas, de paz, justicia y dignidad cívica, contando con el arma de la democracia que es el voto. Con la esperanza que la ciudadanía entienda que un país se forma con el respeto a la Ley, a la Constitución y al trabajo, únicas premisas que lo llevarán a un mañana venturoso.
Guillermo César Vadillo