Profesor Guillermo Cesar Vadillo
  HIPATIA: LA PRIMERA MUJER CIENTÍFICA
 
Para la Revista de la Cámara de Comercio
                                                                                      San Miguel, 22 de octubre del 2000.-

HIPATIA: LA PRIMERA MUJER CIENTÍFICA
 
        Al finalizar el siglo IV (d.C.) la escuela Alejandrino había deja de lado los estudios vinculados con la ciencia para dar lugar a los estudios filosófico de tipo místico, siendo su principal preocupación la de editar y comentar glorias pasadas.
        Esta situación se agravaba con la oposición que presentaban los cristianos al estudio del conocimiento científico. Sostenían que defender opiniones teológicas incorrectas era pecado mortal, sometiendo a increíbles torturas a los que desafiaban sus decisiones. La crueldad despertada en la época fue tal que hizo expresar a San Gregorio que estas eran "como el infierno". El lema de la época "no analices sino cree", despertó gran temor en el espíritu científico de libre investigación.
        El arzobispo de Alejandría, Teófilo, desarrollo una activa campaña tendiente a la exterminación de todos los monumentos de la cultura pagana y, según se cree, en el año 390 se destruye gran parte de la Biblioteca de Alejandría. En general se pregonaba la ignorancia como una virtud. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión del pueblo esta actitud se agudizo.
        Los últimos representantes de la escuela alejandrina, a fines de siglo IV y comienzos del V, fueron Teón de Alejandría y su hija Hipatía, única mujer de ciencia conocida en la antigüedad. Ella colaboro con su padre sobre los comentarios del Almagesto de Ptolomeo y en la publicación de una nueva edición de los Elementos de Euclides, escribió comentarios sobre las cónicas de Apolonio, sobre el álgebra de Diofantes y tres obras destinadas a la matemática y la astronomía, todas ellas se han perdido. Su obra filosófica fue compuesta dentro de la tradición de la escuela alejandrina, la que en esencia era una especulación de tipo místico y soñador, resaltando las glorias pasadas, muy vinculada con la magia, mediante la cual pretendía tener comunicación con las divinidades y operar prodigios.
        En el año 4l5 le sucede a Teófilo su sobrino Cirilo en el trono arzobispal, quien considero que la influencia de Hipatía ponía en peligro el cristianismo acusándola de conspirar contra su persona.
        No obstante ser declarada su acusación infundada por neoplatónico Damascio en la "Vida de Isidoro, el filósofo" Hipatía resulta asesinada por una banda de cristianos quienes le arrancan la carne de sus huesos con afiladas conchas de ostras, sospechándose que Cirilo fue el instigador del hecho.
        Su discípulo Sineso, a pesar de la tensión existente entre católicos y neoplatónicos, dedica a su maestra un emocionado recuerdo, no obstante haberse convertido al cristianismo antes de la muerte de Hipatía y ser obispo de Ptolemais.
        La situación imperante en Alejandría fue la causa de que algunos alejandrinos emigraran a Atenas, donde la Academia de Platón conservaba debilitada existencia, y hasta que en el año 529, el emperador Justiniano, prohibió el estudio en Atenas de toda "instrucción pagana" dando muerte a la escuela.
        Otros alejandrinos emigraron a Bizancio (Constantinopla), a la que Constantino había hecho su capital en el año 326, tratando de imitar la idea de Alejandro Magno. El resultado no fue el previsto. La nueva ciudad represento una de las formas menos nobles que jamás haya asumido la civilización. "Hundida en la sensualidad y en los placeres mas frívolos, el pueblo solo salía de su indiferencia cuando alguna sutileza teológica, o alguna rivalidad entre carreras de cuadrigas, lo estimulaban frenéticamente (Lecky, Historia de la Moral Europea T II pag.l3)
        Bizancio aportó muy poco al caudal al saber del mundo, creó poco, y evitó la construcción de mucho. En el año l453 los turcos se apoderaron de ella. El final definitivo de la escuela de Alejandría ocurrió en el año 642, cuando los mahometanos conquistaron la ciudad y destruyeron lo que quedaba de la Biblioteca. El califa Omar justificó este hecho vandálico basándose en que "si los escritos de los griegos coinciden con el libro de Dios, son inútiles no necesitan conservarse; si discrepan son perniciosos y deben destruirse". Los libros fueron empleados como leña para los cuatro mil baños de la ciudad.
                                                                                               

  Guillermo César Vadillo

 
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