BREVE HISTORIA DE LA ORGANIZACION SOCIAL DEL TRABAJO.
Publicado en la Revista del Instituto Argentino de Seguridad
La idea del sistema laboral moderno se rebela contra la rutina. Como resultado de ello, el empleo ha sido reemplazado por la ocupación. Esto obliga a una actualización constante del trabajador para estar de acuerdo con las nuevas técnicas que, día a día, aparecen en el mercado del trabajo.
En los albores del sistema laboral, la rutina era parte importante del trabajo .A mediados del siglo XVIII aparece publicada la Enciclopedia o diccionario razonado de las artes y los oficios escrita por Denis Diderot. La obra consta de 35 volúmenes y para su redacción contó con la ayuda de prestigiosos escritores de la época, entre los que se encontraban Voltaire y Montesquieu.
En el volumen cinco de esta obra, Diderot se refiere a la dignidad de la rutina laboral. Toma como ejemplo el trabajo realizado en una fábrica de papel, L’Anglée, situada a unos noventa kilómetros de París. El marco de esta fábrica modelo representaba una importante transformación del trabajo. Entre una serie de cambios, se cita uno muy significativo: la casa se hallaba separada del lugar de trabajo (es importante aclarar que, hasta ese momento, el hogar era el centro físico de la economía). En el campo, la familia fabricaba lo que consumía, mientras que en las zonas urbanas los oficios se aprendían en torno a la familia. Los salarios que se pagaban a los aprendices estaban en función de la vivienda, la comida y de las ropas que se les entregaban a las personas que allí trabajaban. El pago en efectivo era siempre muy pequeño. El antropólogo Daniel Defert llama a este sistema de economía domus.
La fábrica de papel L’Anglée era una nueva forma del trabajo distinta de la imperante hasta el momento. No daba alojamiento y fue una de las primeras en pagar el salario directamente a los trabajadores adolescentes en lugar de pagarlo a sus padres. En esta fábrica existía un orden estricto, con rutinas exactas, en la que cada trabajador sabía lo que tenía que hacer y mantenía permanentemente un lugar fijo en su tarea. Diderot consideraba que, debido a la repetición y al ritmo, el trabajador podía alcanzar la unidad de la mente y de las manos. Creía que, gracias al trabajo, los seres humanos lograban estar en paz consigo mismo ya que al controlar la rutina y sus ritmos, la gente llegaba a dominar su trabajo y se tranquilizaba a la vez.
En 1776 Adam Smith publica “La riqueza de las naciones”. En su obra considera que la evolución ordenada, de fraternidad y serenidad, es imposible de conseguir. La rutina ahoga el espíritu, y niega cualquier conexión entre el trabajo corriente y el papel positivo de la repetición en el arte. Adam Smith, una vez que publica su libro, es considerado el padre del nuevo capitalismo, debido a sus declaraciones a favor de la libertad del mercado. Pero hay afirmaciones que hace en su libro que no han tenido gran divulgación. Son las relativas al lado oscuro del mercado. Una conciencia que desarrolló al considerar la organización rutinaria del tiempo en el nuevo sistema económico: una forma de detener la evolución mental del trabajador.
Adam Smith creía que la libre circulación del dinero exige a los trabajadores mayor especialización y esto llevaría a una división del trabajo. Ponía como ejemplo los procedimientos que se debían seguir en una fábrica de clavos.
Consideraba que si el fabricante trabajara solo, tendría una pequeña producción diaria; en cambio si desglosa el producto en sus partes componentes y cada trabajador hiciera sólo una de ellas, la producción aumentaría cuantiosamente. Esto haría que el fabricante se introdujera en el sistema de mercado libre, pues necesitaría colocar su producción. Para ello debería estimular la demanda de su producto. Esto llevaría, en un breve tiempo, a la creación de empresas cada vez más grandes, en las que debería imperar una división del trabajo cada vez más compleja.. Coincide con Diderot en que la fábrica es un lugar de trabajo, no de vivienda., donde debe imperar un orden gracias a una rutina en la que cada trabajador desarrolla una determinada función.
En el tema en el cual estaba en desacuerdo con Diderot, era en a la organización de la jornada de trabajo. Continuando con el ejemplo de la fabrica de clavos, Smith reconoce que dividir las tareas en las partes integrantes del clavo condenaría a los individuos a un día laboral muy tedioso y, por consiguiente, llega a la conclusión que la rutina se vuelve autodestructiva. Nace entonces en él, la idea de que el hombre que pasa toda la vida dedicado a pocas operaciones suele volverse todo lo estúpido e ignorante que puede volverse el ser humano.
Con anterioridad a “La riqueza de la naciones” Smith había publicado Teoría de los sentimientos. En esta obra expresaba la importancia de las virtudes de la solidaridad mutua y la necesidad de identificarse con los sentimientos ajenos: la solidaridad, es un sentimiento moral espontáneo, estalla cuando un hombre o una mujer comprenden de repente los sufrimientos y tensiones de otro.
La división del trabajo aplaca los estallidos espontáneos y la rutina reprime la solidaridad. Adam Smith hace hincapié en la importancia ética de tales estallidos emocionales. Considera que es necesario romper con la rutina para que el hombre pueda desarrollar su historia personal y su carácter. Presenta con rasgos concretos su propuesta. Considera que el desarrollo del comercio y la industria, es manejado con excelente criterio y de manera muy responsable, de acuerdo con las exigencias cambiante de cada momento. Del mismo modo se compadece del carácter del trabajo de los obreros industriales, uncidos al yugo de la rutina.
Adam Smith era un pensador mucho más complejo del que nos presentan en las escuelas y universidades. Carlos Marx fue en su juventud un profundo lector de su obra. Ya mas adulto y sereno, se centró en la descripción que Smith hacía sobre los males que producía la rutina.
En nuestro siglo, los temores de Adam Smith tuvieron su concreción práctica en el fenómeno conocido como <<fordismo>>. Entre los años 1910 a 1914, la Ford Company, establece un sistema de división tecnológica del trabajo. Antes que Henry Ford creara las fábricas modelos, la industria automovilística era artesanal. Cuando Ford industrializó el proceso de producción, favoreció el empleo de los llamados obreros especializados: las operaciones que ellos realizaban requerían poco esfuerzo de pensamiento o juicio.
Sterling Bunell, uno de los primeros partidarios del trabajo seriado; expresó que los trabajadores especializados necesitan sólo su caja de herramientas para realizar su labor. Esta manera de entender el uso de maquinaria complicada
para simplificar el trabajo humano, sentó las bases para que los miedos de Smith se hicieran realidad.
Desde finales del siglo XIX, la organización y administración del trabajo han sido diseñados, en gran parte, para promover los intereses corporativos e institucionales a expensas de la iniciativa individual o incluso grupal de los trabajadores. Los poderes conceptuales y de decisión han sido arrebatados sistemáticamente a las personas, no sólo en la producción, sino también en el trabajo de los empleados de oficina.
Un pionero de este ataque contra el individuo fue Frederick W. Taylor, el padre de la administración científica. Al desarrollar sus técnicas en la industria siderúrgica, Taylor concibió un enfoque de la administración basado en “dictar al trabajador la manera precisa en que debe ejecutarse el trabajo”. Los trabajadores eran vistos, de manera ideal, como instrumentos dóciles dentro del proceso de producción: autómatas que ejecutarían elementos rutinarios en un gran esquema general. Esto requería la eliminación sistemática de todos los aspectos de la producción que antes dependían del juicio y dirección de los trabajadores.
La conexión entre la mente y la mano del trabajador debía quebrarse, o, como apuntó Taylor todo trabajo intelectual en el taller debe eliminarse y concentrarse en el departamento de planificación o diseño. La estrategia de Taylor puede resumirse en tres puntos
1º Disociación del proceso de trabajo y las habilidades de los trabajadores
2º Separación de la concepción y la ejecución
3º Uso de este monopolio de conocimiento para controlar cada paso del
proceso de trabajo y su modo de ejecución.
Las estrategias de Taylor no se dirigían simplemente al incremento de la productividad; los patrones mismos de la cultura de la clase obrera estaban en la mira. El taylorismo imaginaba una sociedad dominada por la consolidación y la planificación cooperativa entre los que mandaban. Para los que trabajaban dentro del sistema, abrigaba condiciones de individualidad, competencia social y dependencia. El sueño de Taylor dependía de una población a la que se le habían debilitado sus recursos culturales, sus lazos comunitarios y su conocimiento de la manufactura.
La administración científica encontró desde sus comienzos gran hostilidad en la clase trabajadora. No obstante, proporcionó una estrategia general que, a la larga, se convirtió en el enfoque básico para la estructuración de los procesos de trabajo.
La rutina del trabajo no se limitaba sólo a la esfera productiva. Conforme a la sociedad industrial dio origen a ocupaciones de menudeo, servicio y oficina. Los patrones de estos campos ingresaron de manera similar a la órbita de la atención general.
Cada vez más en el curso del siglo XX, la mayor parte del trabajo de los individuos se ha convertido en el duro caparazón que el pensamiento de otros individuos asedia.
David Hume, frente a la aceptación pasiva de esta esclavitud rutinaria, señala que << los trabajadores desplegaban un amplio repertorio de técnicas para
sabotear los estudios de tiempo/movimiento y hacían caso omiso de los métodos y especificaciones cuando se interponian en su camino o entraban en conflicto con sus propios intereses. Por otra parte, la criatura <<estúpida e ignorante>> de Smith se deprimía en el trabajo, lo cual reducía su productividad.
Estudios realizados en la fábrica de Hawthorn de General Electric, demostraron que la producción mejoraba cuando se trata a los trabajadores como seres humanos sensibles.
El psicólogo social Elton Mayo instó a los empresarios a que se preocuparan más por su personal y que incorporaran consultas psiquiátricas en el lugar de trabajo, Mayo sabia bien que se podían suavizar los males de la rutina, pero era imposible eliminar la jaula de hierro del tiempo.
Los problemas de la rutina tuvieron su culminación en los años 50. Daniel Bell intentó analizar el problema en una fábrica de automóviles, la General Motors, en Willow Run (Michigan). En esta empresa existía una organización tan compleja que sólo podía funcionar con reglas muy estrictas. Esta jaula inmensa y bien estructurada operaba basándose en tres principios: << la lógica del tamaño, del tiempo métrico y de la jerarquía>>. Los males de esta empresa seguían basándose en la lógica tayloriana del tiempo métrico. El tiempo se calculaba minuciosamente en todas las secciones de la fábrica, para que los directivos supieran con exactitud lo que se suponía que cada trabajador estaba haciendo en un momento dado. A Daniel Bell le sorprendió la forma como la empresa dividía las horas en diez periodos de seis minutos....el trabajador cobraba de acuerdo con el número de décimas de horas que trabajaba.
El presente inmediato puede estar bastante claro mientras un trabajador mueve la misma palanca o la misma manivela, hora tras hora. Pero lo que a este trabajador le hacía falta era una visión más amplia de un futuro diferente o el conocimiento necesario sobre cómo instrumentar el cambio.
El viejo debate entre Denis Diderot y Adams Smith aún sigue vivo. Diderot no creía que la rutina fuera degradante, al contrario, creía que la rutina fomentaba la aparición de una narrativa, a medida que las reglas y los ritmos de trabajo evolucionaban igualmente. Su mayor heredero el sociólogo Anthony Giddens, ha intentado mantener viva la idea de aquel, señalando el valor fundamental de la costumbre en las prácticas sociales y en la autocomprensión. En una parte de su obra Anthony Giddens dice: Imaginar una vida de impulsos momentáneos, de acciones a corto plazo, desprovista de rutinas sostenibles, una vida sin hábitos, es, en el fondo imaginar una existencia sin sentido.
En cambio si se considera a la rutina como degradante en si misma, atacaríamos la naturaleza misma del proceso del trabajo, puede que, en gran parte, ello mueva el deseo práctico de una mayor receptividad, productividad y beneficios de mercado, pero no es necesario ser capitalista y ambicioso. Respecto a las ideas de Adam Smith se puede deducir que a la gente la estimula una experiencia más flexible, tanto en el trabajo de la fábrica como en el realizado en otras instituciones.
En la actualidad, en este fin de la modernidad (deseo aclarar que llamo así a estos tiempos en lugar de posmodernidad. No se trata de un capricho, sino de la consideración de que la sociedad actual constituye la antítesis de la
Modernidad. En sus comienzos, la sociedad moderna era conquistadora, creía en el futuro, en la ciencia y en la técnica: rompió con las jerarquías nobiliarias y la soberanía de los sagrado, enalteció las tradiciones y la razón. Estas características se van disipando en estos años, en la sociedad. Ella está ávida de diferencia, de identidad, de conservación, de tranquilidad, de realización personal inmediata. No existe fe en el futuro y se ignora el pasado, hoy solo se desea vivir el presente y obtener un logro inmediato). Vivimos bajo una denominación de globalización tan poderosa que sería en vano cuestionarla, en ella se impone un ultraliberalismo, que nos lleva a la economía de mercado. Este régimen político, nuevo no declarado, de carácter internacional e incluso planetario, se instaló a espaldas de todos.
En este nuevo proceso no se desea el aumento del volumen de los negocios, sino la rentabilidad que se obtiene. Para el logro de este fin no es conveniente crear nuevas fuentes de trabajo, sino reducir las mismas. Estas empresas que despiden masivamente a sus trabajadores mejoran su cotización en la Bolsa y, mientras el clamor del mundo pide “prioridad a la creación de fuentes de trabajo”, los directivos de estas empresas proclaman que su modo de gestión preferido es la reducción de los costos laborales, es decir los despidos masivos.
En los tiempos que nos toca vivir, la riqueza ya no consiste en la posesión de bienes palpables. Se ha desviado, se ha vuelto móvil e inmaterial, se traduce en el interés que se despierta en las transacciones especulativas. Aparecen los creadores de utilidades.
Las utilidades de las empresas no se traduce en puestos de trabajos, a pesar de que se anuncia lo contrario de manera incesante y espectacular. Las empresas más beneficiadas despiden sin piedad; sus autoridades sienten un ansia constante, una preferencia irresistible por disminuir el costo de la mano de obra. Lo que triunfa y domina en la empresa actual es la especulación, disimulada pero alimentada por los mercados. Se puede decir, en líneas generales, que en los tiempos que nos toca vivir se ha perdido la razón social del trabajo.
Las angustias del trabajo extraviado se viven en todos los niveles de la escala social. En cada uno de ellos aparecen como prueba abrumadora que profana la identidad de quien padece. Nace el desequilibrio, la humillación injustificada y luego el peligro. Todo se vuelve frágil, incluso la vivienda: la calle se aproxima.
Se van perdiendo frente al proceso de desocupación que se vive en el mundo actual, los derechos de los trabajadores: las vacaciones pagas van dejando de existir, dependen de la buena voluntad del empleador; tras la contratación, puede sobrevenir inmediatamente el despido. La protección de la salud del trabajador ha desmejorado sensiblemente. Se ha perdido el respeto por la prolongación de la vida. A partir de los setenta años, la persona es considerada descartable y los cuidados más costosos muchas veces les están vedados: sólo los puede realizar si los costea de su propio bolsillo.
He querido con esta nota hacer un planteo de la historia de la condición humana desde el punto de vista del trabajo. Vivimos en tiempos en que se posee la experiencia del horror y, nunca como antes, existen los medios para socializar el trabajo. Es un hecho grave observar el rechazo inexorable que se siente por aquellos que se considera que ya no son necesarios para una economía de mercado, que los sitúa como elementos que han dejado de constituir una fuente potencial de ganancia y que saben que este proceso no tiene retorno.
El gran riesgo en que puede caer la humanidad es mostrarse indiferente frente a estos cambios, creo que es de importancia mantener vivos debates, adoptar una actitud comprometida, en lugar de adoptar la actitud cómoda de dejar hacer.
El paraíso perdido del hombre moderno, con su visión del mundo y sus aspiraciones, ha dejado paso al sordo estancamiento de los que tantean y buscan en la oscuridad en una sociedad permisiva y anestesiante.
La tecnología y la ciencia han destruido los esquemas de nuestra vida, sin que se haya experimentado hasta el momento reemplazo alguno. Frente a ellas el individuo se despersonaliza, pierde el sentido de su responsabilidad, y también su libre albedrío. Se transforma luego en una simple pieza de una gran maquinaria. Internamente se siente apresado por su propia impotencia ante el movimiento irresistible de los sistemas que lo rodean.
El gran esfuerzo de nuestro tiempo, es el de orientarnos hacia la búsqueda de una nueva armonía del hombre consigo mismo, es decir, de lograr que en la nueva civilización que se avecina, se encuentre la verdadera solidaridad entre los hombres.
Quiero cerrar este artículo con lo expresado por George Bataille en “Nietzsche”:
“No hay nada humano que no exija la asociación de los que lo pretenden. Lo que tiene largo alcance exige esfuerzos conjugados, por lo menos que se continúen unos a otros, no limitándose a las posibilidades de uno solo. Aunque
hubiese cortado los lazos en torno suyo, la soledad de un hombre es un error. Una vida no es mas que un eslabón. Quiero que otros continúen la experiencia que antes de mi otros comenzaron, entregándose como yo, como antes que yo, a mi mismo esfuerzo: ir al límite de lo posible”.