Profesor Guillermo Cesar Vadillo
  Reflexiones al final del Milenio (part 2)
 
CAPITULO V
SOBRE LA LIBERTAD


El hombre es libre por el hecho natural de ser libre. La libertad no es un privilegio que otorgan las instituciones, sino una condición natural; es decir, que el hombre nace libre y la libertad es su medio normal. Esta condición natural del hombre no puede ser modificada, por creencias religiosas, organizaciones económicas, ni por instituciones políticas, sociales o militares, aunque es conveniente destacar que pueden cambiar su interpretación durante el transcurso de su vida.
El enemigo de la libertad es el miedo. El miedo ha deformado la personalidad del hombre, el temor por mantener su subsistencia, lo ha hecho irreflexible y sometido. Rousseau, sintetiza este hecho con una magnifica frase lapidaria que dice “La fuerza hizo los primeros esclavos; su cobardía los perpetuó” Al respecto, Etienne de la Boetie publicó en el año 1553 un libro “ La servidumbre voluntaria” en el que sostuvo “Los valientes para adquirir el bien que exigen, no temen al peligro; los prudentes no rechazan al sacrificio. Los cobardes y fríos no saben soportar el mal ni recobrar el bien: piensan demasiado lo que anhelan, y la virtud que pretenden adquirir es destruida por su debilidad; y el llegar a poseerla es impedido por su carácter. Este anhelo, esta voluntad, los hacen dichosos y alegres, es común a los sabios y a los indiscretos, a los valientes y a los cobardes. Solo hay una, se puede decir, en la cual, no se por que, la naturaleza ha hecho imperfectos a los hombres para desearla: es la libertad, la cual es, sin embargo, un bien tan grande y tan agradable, que una vez perdida todos los males se hacen patentes, y los bienes ,mismos que aun duran pierden enteramente su gusto y su sabor corrompidos por la esclavitud. La libertad sola no la desean los hombres por la sencilla razón, a mi entender, de que si la desearan la tendrían . Es como si rehusaran a realizar esta bella adquisición, tan solo porque es demasiado fácil”.
El que vive en la incultura, debido a la soledad del medio donde se desarrolla su existencia, o por hallarse anestesiado por los sistemas que evitan su crecimiento intelectual, ya sean éstos el clima social, o la falta de estímulo que debería proporcionar el medio institucional, no es un ser libre. Su libertad, quedó sepultada en él.
Por tal razón deben considerarse a la cultura y a la libertad, entrañablemente unidas, y merecen un aprendizaje para favorecer una conducta, que es lo positivo para si y para la sociedad. Separar al hombre de la cultura, del conocimiento y de las creaciones humanas es desconocer la esencia de la naturaleza de la criatura humana.
Estos ideales de libertad y cultura llevan unidos consigo el anhelo de justicia, y juntos permiten al hombre la búsqueda de su destino. Para ello debe contar con la educación, la que cimentará su futuro, permitiendo la formación de su conducta y de su capacidad reflexiva. Mediante estas cualidades, el hombre podrá buscar en el futuro su identidad, adquiriendo así su verdad y saber, para ser dueño de su destino.
El hombre nace en un mundo de sensaciones e impulsos motrices y madura en un mundo de significados y valores. Lewis Mumford considera que la cultura depende “de la capacidad para convertir las materias primas de la existencia en formas que independientemente sustenten la vida social y promuevan el desarrollo del individuo”.
En la sociedad moderna existe la tendencia a propiciar un dirigismo en la cultura. Esta actitud se halla bien determinada por la búsqueda de la uniformidad del conocimiento a través de la nueva planificación de la educación, uniformidad que no contempla situaciones étnicas, regionales, económicas, etc.. De esta forma se cercenan las libertades individuales de los jóvenes, negándoles su progreso interior. Se los hace de esta manera tímidos, fingidos, indiferentes, aunque aparentemente no se haya descuidado su instrucción. Así su preocupación los lleva a un materialismo absoluto en el cual han desaparecidos sus valores espirituales.
El mensaje que Socrates dejó a la humanidad en el que se reconocía como el más sabio de los hombres porque no sabia nada e interrogaba, irónico y sonriente, a los políticos, a los poetas y a los filósofos, haciéndoles ver la pobreza de sus conocimientos, avanza hoy contra los que se creen detentadores de la verdad absoluta e imponen en nombre de ella sus despotismos, obligan a los hombres a repetir consignas y consideran que los que no piensan como ellos no son dignos de vivir.
Algunos educadores, entendiendo el mensaje de Socrates, y preocupados por el destino final hacia el que marcha la educación, consideran que el hombre se hace consciente por el cultivo del raciocinio y por el ejercicio de su libertad interior. Por consiguiente, no hay espíritu sin libertad, ni libertad sin espíritu.
Pero cuando quieren hacer efectiva esta premisa tropiezan con las dificultades que les impone el sistema, que les obliga a encuadrar sus enseñanzas dentro de él.
Este proceso de anestesia es el que sufre la cultura y educación en toda Latinoamérica . La Ley Federal de Educación tiene como fin el de educar dentro de un conocimiento uniformado y este es proyecto para toda el area. Está reforzado por el influjo de los medios de comunicación los cuales, a través del papel masificante que cumplen, transmiten paradigmas contrarios a los valores éticos y morales que deberían imperar en la humanidad.
Esta comercialización del conocimiento priva a las personas influenciadas por ellos de actuar con sentido crítico. Tal actitud inhibe a los hombres que caen dentro de su influencia para adquirir los conocimientos mínimos para opinar con libertad sobre los problemas sociales que los rodean, restándoles la real importancia que ellos tienen.
Una gran variedad de tendencias reprimidas, que conformaban parte importante en los valores de la sociedad, hoy se ven gracias al influjo de estos medios, como positivas y valederas. Como resultado se imponen nuevos modelos que dan nacimiento a una subcultura, en la que aparecen nuevas formas de vida muchas veces reñidas con la vida misma .
De esta forma se induce a que los pueblos lleguen a odiar el pensamiento. Al tomar esta actitud, el hombre no podrá obtener el logro de su verdadera condición de vida, ni proyectar un futuro propicio para sus hijos. De esta manera se consigue negar su trascendencia..
Los hombres se encuentran sometidos a un capitalismo salvaje, descarnado, universal, que presupone un mundo sin limitaciones, sin fronteras, sin marginalidades, con un lenguaje universal y un conocimiento uniformado, lo que permite fácilmente su dominación. De esta forma se crea una unidad sobre la cual se puede extender un imperio sin límites ni fronteras.
Para lograr sus fines, los sistemas capitalistas tratan de controlar la totalidad de las conductas humanas de los hombres ( Ver Educación y Sociedad en la Posmodernidad Pag. 19), de suerte tal que en nuestra época, se rehúye al pensamiento. De esta forma no se busca el porqué de las cosas, sino el cómo.
Quiero cerrar este capítulo con una referencia al libro “La servidumbre voluntaria” de Etienne La Boetie, el amigo que Montaigne nunca pudo olvidar, libro que fue escrito cuando sólo la Boetie tenía dieciocho años de edad. En su obra , él se preguntaba fue por qué millares y hasta millones de hombres se sometían a uno solo que ni siquiera era un Hércules o un Aristóteles y soportaban su dominación. Y encontró que el singular fenómeno se debía a que existe en los hombres una necesidad de sumisión. “Los propios pueblos - escribía La Boetie - se dejan, o mejor, se hacen devorar, ya que con negarse a servir estarían a salvo. El pueblo se sujeta a la servidumbre, se corta el cuello y pudiendo elegir entre ser siervo o ser libre, abandona su independencia y toma su yugo, consiente en su propio mal, o mas bien lo busca”
La solución al problema que plantea La Boetie, se encuentra en la elevación de la educación y la cultura de las comunidades. Esto permitirá, en el futuro, acercarse a la verdadera democratización de los sistemas gubernamentales. En caso contrario, se deberá aceptar, sin discusión, el aumento de la omnipotencia del poder del estado, la violencia y la corrupción.
Una población culta y educada, hará que no sólo su Nación, sino también sus instituciones respondan a las necesidades y deseos de sus trabajadores y dirigentes, los que no aceptarán servicios sociales, sanitarios, judiciales, etc. inadecuados o la contaminación del medio ambiente, los principios políticos dictados arbitrariamente, el control masivo de los medios de comunicación u otros de los tantos abusos que afligen hoy a la sociedad.
Esto sólo será posible con la unidad y la coherencia del pensamiento y acción de los hombres, cuyo fin inmediato debe ser concebir a la vida como un gran problema solucionable. Es decir, que la única solución es vivir la vida en pensamiento y acción. Pero, para llevar a cabo este principio es necesario que en la carrera hacia la verdad de cada uno, ésta resulte construida, ordenada y apoyada en valores aceptados por los otros.
El hombre tiene necesidad de reglas, de referencias comunes para vivir en sociedad. El peligro se halla en imaginar que todo el mundo tiene razón, y que no existe diferencia fundamental entre la verdad y el error, que la verdad es subjetiva y no que lo subjetivo son los caminos para llegar a ella Es decir, que no existe nada más que una respuesta apropiada a cada desafío o cada situación. Reconociendo el valor de la verdad y del error, es la manera en que el hombre será verdaderamente libre.
Como cierre del capítulo, resultará interesante, la lectura del diálogo que supuestamente mantuvieron Socrates y Platon, sobre la libertad.
Entretanto, estamos como antes, mi estimado Platón – dijo Sócrates-
¿Que podéis decir, mi querido maestro ?- inquirió el primero.
Mirad – contestó Sócrates – mientras nos encaminamos al encuentro de Diogenes, que según mis noticias os ha traido higos de Corinto, dialogaremos sobre la naturaleza de la libertad, que es motivo y angustia de mi preocupación.
Me encantará gozar de vuestra compañía, compartir con vos este manjar y atenuar si es posible el dolor de un espíritu como el vuestro que discurre con tanta lógica.
El hombre adquiere virtud por el conocimiento, y el Gimnasio (*) no será lugar propicio para discurrir sobre el tema que nos preocupa. Falta en él el clima adecuado, aunque a los gimnastas les atañe las consecuencias de nuestro tema; pero solo podrán comprender algunos de sus aspectos
- Entonces será más conveniente el Agora(*) – opina Platón.
-Tampoco es lugar adecuado – responde el maestro.
Vayamos entonces al Olimpo(*). Quizás allí la atmósfera sea mas propicia, ya que importa la idea.
De allí vengo.
¿ Queréis decir que habéis mantenido un coloquio con los dioses? – pregunto sorprendido Platón -¡ Contad ¡ ¡Contad¡ ¿ Como os han recibido y tratado ?
Me trataron de loco y malhumorado – respondió Sócrates – He reparado tarde que a ,los dioses no les interesa la personalidad, ni el juicio, ni la opinión, sino la autoridad y la obediencia; y mandáronme a callar por irreverente y condenáronme a beber cicuta. Por desobediencia a las leyes divinas me quitan la vida que –dijeron- me dieron en préstamo.
¿ Queréis decir que el Olimpo tampoco alcanzó la edad de la razón?
Esta de más deciros que la Libertad es anterior al Gimnasio, al Agora y al Olimpo – contestó el Maestro y agrego – en cada uno de estos sitios se tiene un entendimiento particular de la libertad y no se alcanza a comprender que ella enjuga tres aspectos de una realidad concreta, los que se encuentran reunidos en el hombre de forma natural, humana y divina.
Sócrates se detuvo frente a una piedra grande a la vera del camino y añadió:
Mirad, mi estimado Platón; mientras gustamos de estas exquisitas brevas que tuvo a bien enviaros vuestro amigo el cínico (*) sentémonos sobre esta piedra, que nos dará reposo. Ella es también parte del mundo, y si observamos sus estratos nos darán la ciencia, aunque no nos darán el sentido de la libertad.
- Pero ¿dónde está la naturaleza intima de la libertad – preguntó entonces Platón - ¿ Y dónde nace esta última?
El gran Sócrates no tardó en responder que había sentido crecer la libertad en su interior, yque la había descubierto por introspección. Mera gimnasia.
Platon advirtió que ahora entendía menos. ¿ Es que acaso la libertad no es universal? ¿ No pertenece entonces por igual a la piedra, al animal y al hombre?
Socrates prosiguió de esta suerte:
-Os he dicho que la he hallado por introspección, subjetivamente, y que yo sepa sólo el hombre posee un mundo subjetivo.
¿ Queréis decir, maestro, que la piedra, las estrellas, los animales y otros objetos naturales no son libres?
No son libres – aprueba Sócrates – porque no van...son atraídos por un movimiento carente de voluntad, ni elección nada más que por meras necesidades físicas y biológicas, obedeciendo a leyes naturales que no comprenden, ni conocen, mientras que la libertad es una segunda naturaleza en el hombre, la cual sirve para el acrecentamiento del mundo volitivo y racional, para conocerse y conocer; en fin, para ser éticamente virtuoso.
-Luego de una pausa, el maestro de la sentencia délfica continúa con acento categórico:
En efecto, únicamente el hombre es libre. La libertad es una facultad superior a nuestro espíritu, que vino asomándose con la racionalidad en el hombre cuando éste pisaba el umbral de su entrada a la Historia. No nace adulta, sino que se desarrolla como otras facultades, y es necesario ejercitarla con la opinión, la elección y es preciso que nada se oponga a su evolución y progreso. Antropológicamente es vuestra, es mía, y socialmente de todos. He dicho a Pericles – prosiguió diciendo en el mismo tono – que la libertad importa al honor de la nación, y que el legislador de Atenas, Solón, socialmente la habría tenido en cuenta por haberla advertido en el alma Ática y en la civilización helénica.
-Todo cuanto decís es admirable – dijo Platón- ¿ pero habéis explicado todo esto a nuestros dioses sin que os hubieran comprendido?
-Así es – repuso Sócrates.
Os confieso, maestro, que yo mismo no he comprendido del todo vuestro pensamiento sobre la libertad.
- Os lo expondré con mayor extensión, mi estimado Platón.
Como os he dicho, la libertad es ante que nada una facultad interior, introspectiva, que se proyecta en creación por otras facultades en obras y en pensamientos; es una segunda naturaleza que hace al hombre virtuoso por el conocer y el conocerse; es una facultad de elección; afirma o niega; por ella el hombre ha entrado en la Historia, que involucra responsabilidad y propósitos, porque el hombre no solamente vive sino que coexiste y tiene necesidades comunes en la sociedad. En conclusión: es para nuestra patria una posición moral de la cultura y atañe al honor nacional y civilizador.
-Sin embargo, antes habéis hablado de biología y libertad, del determinismo de las leyes físicas y naturales y me habéis hecho caer en la cuenta del indeterminismo de la libertad. También vuestra explicación se presta a ser entendida como ilusoria cuando os referís a la naturaleza subjetiva de la libertad. Es que la libertad es sujeto. A la Academia le encanta una interpretación idealista.
-Veamos – dijo Sócrates – La libertad carecería de moral si solo atendiera a la preservación de las valoraciones del espíritu y no asegurara las necesidades de la biología, dado que simplemente el hombre decaería y desaparecería. La libertad es una, el hombre es unidad, y la moral tiene sentido si responde al servicio de esta unidad.
- Si he oído bien, habéis hablado de muchas libertades
-Es verdad. La naturaleza del hombre es poliédrica, es una y múltiple. Por el crecimiento de sus facultades espirituales libres el hombre dejó la zoología para entrar en lo que llamamos humanismo, esto es , abandonó la prehistoria para entrara en la Historia.
Empero, su naturaleza animal no dejó de ser historia natural, como tampoco su humanidad dejó de ser libertad. Por esta libertad llego a comprender que es creador como los dioses y, por tanto, divino. Vale decir, mi estimado Platón, natural, humano y divino.
-Queréis decir zoología, libertad y religión, y a cada cual lo suyo.
-Así es, contestó el maestro.
-También os habéis referido a mi libertad, a vuestra libertad y a la libertad de todos.
La misma unidad interior, que es múltiple, se advierte en el medio social. En primer término la libertad es innata yresponde al hecho natural; luego se desdobla en individual y social por obra del derecho positivo, de las leyes de la sociedad en garantía de la libertad relativa de todos. Empero, sobre lo que no se puede legislar es sobre mi auto-conciencia, sobre mi libertad absoluta, sobre mis ideas divinas.
-Mi querido maestro, me temo que no hayáis sido entendido y que todas estas condiciones del hombre de que habláis son recientes y casi desconocidas para muchos.
Y añadió Platón al despedirse de su maestro:
- ¡ Ruego a los dioses del Olimpo no quieran privarme de tanta sabiduría ¡
(*)Gimnasio: Lugar destinado en Atenas a la enseñanza pública
(*)Agora: Plaza pública en la ciudades griegas, en las que se realizaban asambleas.
(*)Olimpo: Morada de los dioses griegos.
(*)Cínico: Filósofo perteneciente a la escuela Cínica, de la cual Diógenes fue su mayor
representante. Los cínicos afirmaban que la civilización, era algo artificial y
antinatural y que debía considerarse con desprecio. Proponían en consecuencia
un retorno a la vida natural, que ellos equiparaban con una existencia simple,
y afirmaban que la felicidad completa sólo puede lograrse a través de la auto-
suficiencia, ya que la independencia es el verdadero bien y no las riquezas o la
lujuria.


CAPITULO VI

SOBRE LA VIOLENCIA


En este fin de milenio la violencia se ha mostrado, en si misma y a través de una profusión de imágenes, con una fuerza y una significación alarmantes. La violencia está por lo general asociada con lo brutal, terrorífico o sangriento. Pero existen otras formas de violencia no cruenta, como las consecuencias de una economía de mercado, ofrecida como única alternativa a los problemas económicos que aquejan a la sociedad moderna. Es causa de violencia el que los gobiernos no respeten, ni hagan respetar la ley, o la existencia de discriminación, indiferencia e impunidad.
Un Estado que abandona su rol de garante de la cohesión social, que debe existir en el seno de la sociedad, y carece de voluntad para combatir el crimen organizado - del que algunos de sus componentes forman parte - conforma una sociedad gris, en la que no se distingue lo legal de lo ilegal.
Una sociedad en la que se cuestionan las fuerzas de seguridad, que en múltiples ocasiones se alían con el mundo criminal, configura un campo propicio para que crezca el delito, y con, él la violencia.
Es así que, cuando el poder ha entrado en la senda de la corrupción, con el apoyo de una justicia sin certeza y venal, se consigue destrozar las bases morales de la sociedad y, con ello, su credibilidad.
Este fenómeno es muy común en los gobiernos de las naciones latinoamericanas, surgidos después de fuertes dictaduras militares. Estados, donde la democracia es concebida débilmente, donde el crecimiento económico se realiza a costa de la miseria del pueblo. Donde las privatizaciones de las empresas del estado se realizan de modo tal que los compradores pagan más a los políticos que intervinientes en la gestión, que al país vendedor. Privatizaciones muchas de ellas distorsionadas, corruptas y primitivas, que permitieron el aumento incontrolado de las mafias, las que gozan de la complicidad con el poder.
Estas mafias dan lugar a la formación de mercados ilegales, como el de la droga, las armas, etc.. Manejan la criminalidad financiera, y dan lugar a las distintas formas de corrupción, tan comunes en toda Latinoamérica.
Es así como la violencia se va instalando en el espíritu de los pueblos, quienes son pacientes espectadores de la forma más brutal y estúpida de proteger los intereses privados y de resolver sus conflictos. De ella podemos decir que existen dos tipos: una violencia activa y otra pasiva. La violencia activa es aquella que produce a simple vista delitos contrarios a la tranquilidad ciudadana (robo, asesinatos, etc.,).Violencia pasiva es aquella que incita a violencia activa ( televisión, radio, medios gráficos, etc.). Las dos clases de violencia están íntimamente conectadas, la violencia pasiva es la que engendra la violencia activa, sin dejar abierto ningún otro camino posible.
Los representantes de la dictadura que sufrió la Argentina, jamás mataron o torturaron directamente. Es decir de acuerdo a los cánones usuales, no fueron violentos. Pero si extendemos la idea a la violencia pasiva, entonces sus figuras tendrían que estar clasificadas como las más sangrientas de la historia argentina. Un hecho similar ocurrió cuando el General Galtieri, decidió, en una aventura irresponsable, invadir las Islas Malvinas, sin tomar en cuenta la falta de recursos y de preparación de los oficiales que deberían dirigir el combate, y llevo a la muerte segura a una generación de jóvenes. Ellos debieron participar en una guerra desigual, extemporánea y sin posibilidades de éxito.
Puede decirse que la violencia esta instalada en el mundo, y es consecuencia de muchos hechos que han sucedido a lo largo de la historia. Residuo de múltiples acciones que han ejercido gran presión sobre los individuos, dando como resultado una generación que establece que la violencia es la “Ley de la vida”.
El discurso de la violencia se establece en realidad sobre un principio de indiferencia universal: todo es lo mismo, a menos que sea lo que la persona desee. La mente humana es ambivalente, por un lado aspira a la paz, la equidad y la decencia; pero también existe otro lado que acepta el terror, la violencia y la brutalidad.
Existen en los hombres cualidades que se pueden sumar y otras que no se pueden adicionar, por ejemplo, la estupidez es aditiva, mientras que la inteligencia no lo es. La estupidez está en el gusto de las muchedumbres, mientras que la inteligencia busca su propio camino. La violencia y la brutalidad, no sólo son aditivas, sino que tienden a unirse, y bajo la conducción de los gobiernos pueden volverse aterradoras.
En las últimas décadas, en la sociedad argentina se ha instalado un sendero de muerte que podíamos considerar, tiene muchos antecedentes. Pero, en estos años se ha acrecentado sensiblemente. Desde la creación de la categoría de desaparecido instituida por la dictadura militar en la década del 70, hasta los últimos crímenes producidos por el gatillo fácil, y las muertes inducidas, se ha producido en el país una escalada de terror..
Esta situación se percibe claramente cuando se niega la identidad de los desaparecidos, o cuando se les sustrae a los deudos la posibilidad de poner en juego sus emociones sobre el fin de sus seres queridos. Se produce de esta forma la ruptura del equilibrio de todas las relaciones interpersonales. Algo similar ocurre cuando se niegan las autorías de los crímenes cometidos desde el mismo centro del poder. Cuando se colocan obstáculos en el camino de las investigaciones. Cuando se acusa de mafiosos a los que intentan aclarar los delitos. Cuando se tapan crímenes y suicidios inducidos.
De esta forma el Estado adopta una política de violencia social, que obliga a
los ciudadanos a renunciar a su propias fuerzas, buscando su igualación en forma negativa. Este accionar origina la muerte de las asociaciones intermedias, de la cultura, o de cualquier otro foco de energía política, que resista o amenace el monopolio del poder.
Se podría arriesgar una hipótesis expresando que la violencia tiene una cierta utilidad económica-política en ciertas sociedades, ya que cuanto más violencia exista, más miedo se infundirá en la población y más fácil será su manejo. Esto explica su aceptabilidad en los manejos de control: la radio, los periódicos y la televisión, los cuales les conceden un gran espacio, como si se tratase de una novedad en cada nuevo día.
Se podría agregar que, en muchas ocasiones, los gobiernos se sirven de delincuentes a los que se suele denominar “mano de obra desocupada”, para reprimir una serie de alteraciones políticas, como por ejemplo, iniciar o romper huelgas, transformar una reclamación pacífica en un hecho violento, servir de guardaespaldas a los jefes de los partidos políticos, organizar y concretar secuestros; es decir, realizar toda la actividad delictiva necesaria para satisfacer las ansias de poder ilimitado de los gobiernos pseudo democráticos.
La ética, que debe primar en todas las relaciones humanas, se debe basar en la búsqueda de la comunicación y en el rechazo de la violencia. Esta búsqueda se halla vinculada con una juventud que debe orientar en forma afanosa sus saberes y rechazar las consignas, buscando un ideal democrático, con libertades garantizadas y con justicia social
Los principios que rigen la vida son innatos, nacen con el hombre, y se deben cultivar en el seno de la familia y en la escuela. La familia es el primer agente de socialización del hombre, pero ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Hoy se halla fragmentada, y esta situación obedece a diversas causas, entre las que se puede destacar
la incorporación de la mujer al mundo laboral Esto dio lugar a que carezca del tiempo necesario para la socialización de sus hijos, y se pierda de esta forma la idea del modelo familiar.
La soledad que los niños y jóvenes sienten es compensada por el uso desmedido de la televisión y de los vídeo juegos. En ellos el lema es matar para ganar. Existen estudios que revelan que cuando un niño o adolescente está expuesto a la televisión es más violento. Pero sobre todo, le crea la sensación de que puede ser víctima de la violencia y eso le produce una gran inseguridad.
En cuanto a la escuela, debería ser una institución específica, por excelencia, para formar personas, inculcando a los alumnos primariamente conceptos éticos. Pero la palabra moral - base fundamental de estos principios - no figura en el vocabulario escolar. Los maestros y profesores no entablan discusiones morales. Este tema no forma parte de los planes de estudio. En su lugar se exacerban conceptos nacionalistas, donde la idea de patria se concibe a través de las glorias épicas de la historia, en las que, por lo general, ocurrieron matanzas indiscriminadas y así de alguna forma se insensibiliza a los alumnos con respecto a la muerte violenta, a la que se considerara justa, negando de esta forma su verdadero significado.
Es importante señalar que el nacionalismo que inculca esta enseñanza no es un sentimiento, sino una ideología política, de carácter autoritaria, en la que se establece sin miramientos o consideraciones quién debe mandar y cómo ha de organizarse la sociedad, sobre la base de una pertenencia étnica.
El mito del patriótico-nacional, sólo sirve para legitimar el poder de un grupo menor, que por norma general niega los valores de la democracia a la que considera la causa de los males que aquejan a la sociedad.
Negar la idea nacionalista no es negar la solidaridad necesaria a todo grupo social, ni mucho menos condenar el encanto de las costumbres de la tierra en donde se habita, ni su lengua, ritos y estilos de vida. Tampoco olvidar las tradiciones, ni dejar de valorar, pero en forma menos cruenta y declamatoria, el esfuerzo de los padres fundadores.
Julián Marías expresó en una oportunidad un concepto muy acertado al decir: “uno puede saberse perteneciente a una Nación sin ser nacionalista”.
El nacionalismo en sí mismo, es la cultura del inculto, una cortina de humo detrás del cual se anidan el prejuicio, la violencia y el racismo. Generalmente mira hacia atrás, se funda en esencias míticas y destinos privilegiados Gran parte de los males que aquejan a la sociedad provienen de esta educación perversa, de la que fueron y son partícipes los alumnos.
La saña con la que parte de la juventud comete delitos no es de origen genético, ni producto de la situación económica de nuestros días, ni de la droga, ni de la marginación y, menos aún producto de ideologías. Se debe a la falta de conceptos que se les deberían haber inculcado a través de los sistemas educativos, y por parte de las personas encargadas de su socialización, muchas de las cuales ahora se escandalizan de los desmanes producidos por el aumento de la criminalidad juvenil.
Frente a la pérdida de modelos de identificación con la vida real, niños y jóvenes los toman de los medios, que ensalzan personajes alejados de la realidad, con comportamientos reñidos con nuestra cotidianidad.
La realidad Argentina parece extraída de una película de terror, donde se cobran vidas con la misma ligereza e inutilidad con que se elabora una encuesta para comprobar si una decisión presidencial es bien o mal vista por el pueblo. Pero el cine es ficción, y en él las muertes no son reales.
Es imprescindible que los argentinos dejemos de considerar a esta situación como virtual, que el orden y la justicia vuelvan a reinar en el país. Que los jueces se aparten de las decisiones del poder central, y con la autonomía que la Constitución les otorga, cumplan con su verdadero rol, naciendo así la certeza en sus fallos. Que se nos devuelva la seguridad de saber qué clase de país somos y hacia qué futuro nos proyectamos.
La Argentina debe preparar su futuro construyendo una sociedad solidaria. Esta sociedad será el fruto de una comprensión, de una voluntad y de un ideal. Entendiendo que la solidaridad se asimila a la solidez, donde el gobierno funciona en base a la ley y no a espaldas de ella. Donde el crecimiento y el trabajo deben estar en primer plano. Tratando de lograr una sociedad donde no exista sólo una parte que da y otra que recibe, sino un dar y recibir generalizados. De esta forma, se logrará la disminución de la violencia que tanto aqueja y duele a nuestra sociedad.
Albert Camus en un pasaje de “La peste” decía “Una manera fácil de conocer una ciudad es indagar cómo se trabaja, cómo se ama y como se muere en ella”.
Para finalizar el presente capítulo, resulta interesante analizar parte del dialogo sostenido por Karl Poper con el periodista italiano Giancarlo Bosetti, en el que destaca el peligro de la televisión y la responsabilidad de los que la hacen, en relación con la violencia desatada en el mundo.
Voy a presentarle la primera objeción, entonces. La raza humana tiene una gran capacidad de adaptación en circunstancias nuevas y diferentes. De hecho, usted mismo
siempre ha recalcado la forma en que los seres vivientes son capaces de reaccionar en su ambiente.
Sí, los niños se adaptan si están siempre expuestos a situaciones extremas,
pero su adaptación a la violencia es precisamente el problema que estamos discutiendo. El resultado más lógico de la adaptación es un futuro en el cual ellos también quieren comprar un revólver. La segunda cosa a considerar es lo que se presenta en oposición a la violencia. ¿ Los padres?. Pero ¿ cuántos padres hacen eso ? ¿ Los maestros ? No tienen chance ante la televisión. La televisión es siempre mucho más interesante, más electrizante, más comprometida, más capaz de seducir a los pequeños inocentes, más capaz también de enfatizar sus aspectos buenos, en especial, su interés por la vida.La televisión tiene una fórmula imbatible : “Acción y más acción”, esa es toda la filosofía de los productores de la TV. ¿ Qué puede presentar un maestro contra esto ?. Sólo la voz de la razón. La televisión tardó mucho tiempo en desarrollarse y alcanzó todo su impacto sólo en estos últimos diez o quince años. Luego fue propagándose como una avalancha. Los maestros no tienen la mínima chance de resistir eso.
Otra objeción es que no se puede detener a la televisión. Seria absurdo; es como pensar en un mundo sin electricidad, sin teléfono.....
La electricidad, el teléfono, los autos. Pero ¿ a qué se refiere esta objeción?
¿ Todas estas cosas están reguladas? ¿No hay regulaciones de tráfico muy precisas?
Piense sólo en el peligro increíble de usar automóviles sin un código de auto. pistas
Ah, ¡ considero que este tipo de objeción es demasiado bueno para ser cierto¡.Mire, por favor, explique que quiero que la gente haga programas de televisión que tenga cierta disciplina y autodisciplina como la que regula el tráfico de caminos. Necesitamos una licencia para conducir, ¿no es cierto? Y si usted conduce peligrosamente se la sacan ¿verdad?. Bueno, hagamos lo mismo con la televisión.
También hay otra objeción de tipo liberal. Usted es un teórico de la “sociedad abierta”, y respalda el rol de la economía de mercado. Pero cuando se trata de la TV,
quiere imponer normas de hierro.
Pero, ¿qué significa esta objeción?. ¿Acaso el mercado no tiene sus reglas?. Si un editor italiano saca un libro mío, ¿ no tiene que pagarme derechos de autor? ¿Esto va en contra de la “sociedad abierta”? En todas las cosas de la vida habría caos, si no introdujéramos reglas. Eso tampoco es todo. Para funcionar, el mercado necesita no solo reglas, sino también una cierta cantidad de confianza, autodisciplina y cooperación. Por eso vuelvo a mi argumento que la televisión tiene un enorme poder sobre la mente humana, un poder que no existió nunca antes. Si no restringimos su influencia, seguirá alejándonos de la civilización, haciendo que los maestros queden sin poder para hacer nada al respecto. Y al final del túnel, no hay nada más que violencia, Comencé a hacer sonar estas alarmas hace cuatro o cinco años, pero no han tenido ningún efecto. Sé que nadie quiere detener este terrible poder.
Quizás no es tan así, Sir Karl. Al menos, cada vez más gente se está preguntando: ¿ y si Popper tiene razón?
La lección de este siglo – Karl Popper


CAPITULO VII
SOBRE LAS REVOLUCIONES

Las revoluciones son, por lo general, producto de hechos culturales. Los líderes revolucionarios aprovechados de las necesidades populares, inician sobre ellas una psicosis. Ante el pueblo, se presentan como una suerte de semidioses que lo salvará de los males que lo aquejan. Muestran ante la opinión pública un discurso que encierra altos contenidos morales, económicos, laborales. Que dan la imagen de que un nuevo sol nacerá para los hombres del sufrido pueblo.
Cuando el hecho revolucionario se concreta, aquellos ciudadanos que solicitan el cumplimiento de las proclamas efectuadas por el movimiento, serán considerados reaccionarios e irán derecho al paredón o a la cárcel en la que podrán sufrir las más crueles torturas.
Es cierto que, para que se produzca una revolución, es necesario que exista un gobierno, descompuesto, corrupto o desmoralizado, que haya desertado de sus deberes y obligaciones con la ciudadanía que lo eligió.
La revolución es en sí misma una guerra interna, que divide a la sociedad en dos campos y que, por lo general, siempre termina en una dictadura militar. Por más que se enarbolen entre sus principios consignas democráticas, ellas sólo serán cortinas de humo tendientes a lograr la aceptación popular.
La democracia está hecha para la vida pacífica y no para las revoluciones. Las
proclamas revolucionarias declaman siempre grandes objetivos reinvidicatorios para la sociedad como; la emancipación del hombre respecto a su opresión.
Los líderes de la revolución se presentan frente a la opinión popular haciendo gala de su heroicidad, capaces de sacrificar su vida por los ideales del movimiento. Pero una vez triunfantes, las revoluciones destruyen la libertad sin dejar el menor rastro.
Los revolucionarios despiertan en el pueblo, al poco tiempo de instalados en el poder, un sentimiento de desconfianza mayor de la que existía antes de que se produjera la revolución, y sus autores se vuelven feroces, crueles. Apelan a la rapiña propia de los vencedores en tierras extrañas. Se deshonran derramando la sangre de sus compatriotas.
Los horrores que acompañan a las revoluciones, no forman parte de los fines que ésta persigue, los que se deben a reducir a reinstalar en el pueblo la justicia, la libertad, la igualdad, la paz, el trabajo; valores estos que son declamados en el ideario de todas las revoluciones del mundo.
Como la revolución debe triunfar a cualquier precio, se apela a la fuerza, y de ella a la violencia generalizada, hay un solo paso. Pero la violencia es enemiga de la libertad y de la dignidad humana. Esta situación genera odio y desprecio hacia los vencedores, y por tal esta razón no se logra una de las premisas de la revolución que es la fraternidad popular.
El revolucionario de antes y después de la revolución, conforman en si dos personas distintas, hasta el punto tal que su rostro parece haber cambiado. Emplean consignas, distintas a las que dieron lugar al movimiento, tales como, la violencia y la perdida de la libertad de los ciudadanos a la que consideran , solo problema del presente, y necesaria para poder afianzar los principios revolucionarios. Para ello realizan matanzas y crueldades sin límites. Justifican su accionar expresando que la depuración es necesaria para poder sembrar el terreno de un mañana promisorio, el que nunca llegará, a menos que aparezca una nueva revolución, y así el ciclo expuesto se reanudará.
El miedo a una contrarrevolución se apodera de los revolucionarios, ahora asentados en el poder, y ese miedo les hace perder la cabeza. El revolucionario vencedor, se torna entonces mas cruel, despiadado y sediento de destrucción. Asienta su poderío sobre un régimen de terror. Enmudece a los medios de comunicación, a los que trasforma en medios de publicidad del nuevo régimen.
La fatalidad de una revolución consiste en que siempre lleva en sí el germen del cesarismo, que no es otra cosa que ejercer la tiranía sobre la masa popular, a la que convierte en esclava de sus designios.
En general los movimientos revolucionarios nunca se caracterizaron por el respeto a los hombres, ni por el cuidado de sus intereses, ni de su felicidad.
Estos movimientos surgen, sobre todo en Latinoamérica, frente a la necesidad paternalista de sus pueblos. En ellos se evidencia la necesidad de que exista un tutor que los salve de los males que los aquejan. Y se someten por tal razón a una servidumbre voluntaria.
La búsqueda de este paternalismo es en gran medida el origen de las revoluciones. Al no tener contestación a sus necesidades, los pueblos buscan a un nuevo protector. Y ante él bajan la cabeza y adoptan una forma de sumisión, alejándose de la verdadera libertad.
Frente a esta actitud el gobierno revolucionario ve asegurado su poder, mientras que las soluciones que el pueblo espera de ese poder, son cada vez más remotas. De esta forma, la autoridad crece y la competencia desciende. Como ninguna crítica puede frenar el ascenso de la primera y la caída de la segunda, se produce un deslizamiento hacia una sociedad cada vez más dominada y menos gobernada.
De esta manera, los gobiernos revolucionarios conservan el poder. Y para ello ocultan el mayor tiempo posible sus fracasos, sus cambios de rumbo. Muy a menudo presentan soluciones ante el pueblo, las que aparentemente son dignas de gratitud, mas no son otra cosa de meros paliativos de los groseros errores cometidos. Viene en esta circunstancia a mi memoria el Mundial de Fútbol del año1978 que fuera organizado por la última dictadura militar que soportó la Argentina, en la que, sin medir las consecuencias económicas que este hecho produciría a la Nación, se buscaba bajo el lema oculto de “Pan y circo”, hacer olvidar al pueblo la penosa situación que estaba atravesando..
En otros casos, los gobiernos revolucionarios emplean la censura o la falsedad de información, la intoxicación de un nacionalismo desenfrenado, la corrupción y las presiones, usando para ello una propaganda tan sofisticada y exitista, que llega a anular la capacidad de discernimiento de la población. Recuerde el lector los slogan “los argentinos somos derechos y humanos” o la publicidades victoriosas de la guerra de Malvinas, frente a la derrota que se estaba sufriendo.
En otras oportunidades el gobierno revolucionario, para lograr sus objetivos, debe suprimir por completo la libertad de expresión y de reunión, aduciendo que de esta forma se protege el orden y la tranquilidad ciudadana. Mientras tanto, se ocultan las atrocidades que se cometen sobre los disidentes al proceso revolucionario.
Cuando cesa la lucha armada y el poder revolucionario se instala, la oposición se convierte en la gran coartada para el gobierno dictatorial, para aumentar así su cuota represiva y cargar sobre las espaldas de la oposición la culpa de los males sociales que provienen del propio sistema.
A fin de lograr el control masivo de la población, se implementan los llamados servicios secretos, perfecta encarnación de la lógica militar que impera en todo proceso revolucionario. Estos servicios secretos se emplean para desembarazarse de los enemigos políticos, o de cualquier otra persona que actúe en forma pacifica o violenta contra los intereses del gobierno de facto.
La lógica militar, que impera en los movimientos revolucionarios, representa la auténtica ideología de la violencia. Combatirla donde aparezca, es contribuir a la erradicación de las legitimaciones habituales de los métodos violentos.
Los hombres deben comprender que son arquitectos de su propio destino, y que el paternalismo sólo lleva a la pérdida de la libertad, don único, innato en los hombres, que sólo se pierde por propia voluntad. Lo real y valedero de toda sociedad es lograr que el hombre sea hermano del hombre. Donde reine la paz, reinará la armonía y la dignidad entre los miembros de la sociedad.
Es necesario tener siempre presente, que la seguridad de un país y la mejor defensa de su habitantes no puede partir de la coacción , ni de la amenaza, sino de la justicia y la transparencia de la gestión gubernamental, democráticamente elegida por el pueblo, cuyo fin debe ser lograr la colaboración leal de la mayoría de los ciudadanos.
George Orwell, escribió una magnifica sátira sobre las revoluciones conocida con el nombre de “Rebelión en la granja”. En esta obra relata el itinerario trágico de una revolución y el comienzo y el fin de una democracia liberadora. Se trata de un análisis descarnado sobre la realidad de las revoluciones.
En la obra los distintos animales cumplen un determinado rol dentro de la política de la nueva granja. Los líderes de la revolución son los cerdos. En el final de la obra. el autor describe la gran fiesta que se realiza en la antigua casa del granjero, a la que asisten sólo los cerdos y los granjeros vecinos, mientras que el resto de los animales observan atentamente desde afuera, el desarrollo de la fiesta
En el siguiente fragmento Napoleón, el cerdo líder de la rebelión, que posteriormente se hizo cargo del gobierno de la granja, se dirige a un grupo de granjeros vecinos, a los que invita a visitar el establecimiento:
“ El no creía, dijo, que aún quedaran rastros de las viejas sospechas, pero se acababan de introducir ciertos cambios en la rutina de la granja que tendrían el efecto de promover aún más confianza. Hasta ahora los animales de la granja tenían una costumbre algo tonta de dirigirse unos a otros como camarada. Esto iba a ser suprimido. También existía una modalidad muy rara, cuyo origen era desconocido: la de desfilar todos los domingos por la mañana ante el cráneo de un cerdo clavado a un poste en el jardín. Esto también iba a ser eliminado, y el cráneo enterrado. Sus visitantes habrán observado, asimismo, la bandera que ondeaba al tope del mástil. En este caso, notaran que el asta y la pezuña blanca con la que estaba marcada anteriormente, fueron eliminados. Desde ahora en adelante sería simplemente una bandera verde.
Tenia que hacer una sola crítica, dijo, del magnifico discurso del señor Pilkington. El señor Pilkington hizo referencia en todo momento a GRANJA ANIMAL. No podía saber, naturalmente porque él, Napoleón, recién ahora la anunciaba por primera vez que el nombre de GRANJA ANIMAL había sido abolido. Desde ese momento en adelante la granja iba a ser conocida como GRANJA MANOR, el cual, creía, fue su nombre verdadero y original. “Señores”, concluyo Napoleón,” os voy a proponer el mismo brindis de antes, pero en otra forma. Llenad los vasos hasta el borde, Señores, este es mi brindis ¡ Por la prosperidad de GRANJA MANOR¡.
Se repitió el mismo cordial vitoreo de antes y los vasos fueron vaciados de un trago. Pero a los animales que de afuera observaban la escena, les pareció que algo raro estaba ocurriendo ¿ Que era lo que se había alterado en el rostro de los cerdos?. Los viejos y apagados ojos de Clover pasaron rápidamente de un rostro a otro. Algunos tenían cinco papadas, otros tenían cuatro, aquellos tenían tres ¿ pero que era lo que parecía diluirse y transformarse?. Luego, finalizados los aplausos, los concurrentes tomaron nuevamente los naipes y continuaron la partida interrumpida, alejándose los animales en silencio.
Pero no habían dado veinte pasos cuando se pararon bruscamente. Un alboroto de voces venía de la casa. Corrieron de vuelta y miraron nuevamente por la ventana. Si se estaba desarrollando una violenta discusión: gritos, golpes sobre la mesa, miradas penetrante y desconfiadas, negativas furiosas. El origen del conflicto aprecia ser que tanto Napoleón como el señor Pilkington jugaron simultáneamente un as de espada cada uno.
Doce voces estaban gritando enfurecidas, y eran todas iguales. No existía duda ahora de lo que les sucedió a las caras de los cerdos. Los animales de afuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre: ya que imposible discernir quién era quién.

CAPITULO VII
S0BRE LAS UTOPIAS

La palabra utopía deriva de las palabras griegas ou que significa no y topia que significa lugar, es decir que literalmente el significado de esta palabra es el de no lugar. Es algo inexistente. Bajo el concepto de utopía los filósofos pretendieron dar la idea de un Estado ideal donde los hombres vivirían felices. De este sueño nace la creencia de que la utopía es posible, se puede realizar. Creencia aún no demostrada.
La utopía posee un carácter extremadamente racional ya que frente a lo que de hecho es, opone lo que el pensamiento supone debe ser. El enfrentamiento de las ideas con la realidad, siempre ha presentado grandes dificultades, ha manifestado la imposibilidad de concretarse a hecho que el pensamiento escapara en busca de ese Estado ideal, que no existe en ninguna parte (utopía), el que se elabora imaginariamente con arreglo de ideas racionales, y como tal, perfecto
La línea seguida por las utopías clásicas es la de presentar un Estado ficción en el cual los ciudadanos son felices debido a la perfecta organización social reinante en él, donde los males sociales se han reducido al límite mínimo
El concepto de utopía no debe admitirse como un sueño, sino como algo posible de ser llevado a la práctica. Las utopías son programas de acción social y política, muchas veces imposibles de realizar. Pero ellos presentan en general la perfectibilidad y el progreso del género humano.
Los creadores de las utopías fijan su mirada en el porvenir. En él conciben un Estado ideal donde las imperfecciones que aquejan a la humanidad, a pesar de ser consideradas como inevitables, quedan abolidas.
En algunos casos los creadores de utopías no solamente presentan un programa social-económico, sino que avizoran el porvenir de la ciencia y de sus futuras posibilidades. Este es el caso de la utopía creada por Francis Bacon (1561- 1626) filósofo inglés, que orienta su interés hacia la conquista de la naturaleza por parte del hombre, que mediante su control logrará los medios para su subsistencia. La idea que sostiene Bacon parece a primera vista pueril, pero ella no ha sido lograda jamás en la historia de la humanidad, ya que el dominio de la naturaleza ha sido siempre limitado, y por tal razón insuficiente; no permitió que el hambre que asola a la humanidad fuera derrotado.
En su obra la “Nueva Atlántida “, Bacon predijo el submarino, el avión, el micrófono, el crecimiento artificial de los frutos, etc. “ La Casa de Salomón “ es el centro de la sociedad de la Nueva Atlántida, sede del gobierno y lugar donde nacen los inventos mencionados. Sirvió de modelo para creación de la “Royal Society Inglesa” que tan alto papel ha desempeñado en la ciencia británica
La persecución de la felicidad y la conciencia de que es posible encontrarla, es una de las razones de la aparición de las utopías, las que generalmente se dieron en el Renacimiento. Junto con la “La Nueva Atlántida “ de Francis Bacon, existieron otras como la “La ciudad del Sol “ de Juan Domingo Campanella (1568-1639) y “Utopía” de Thomas Moro (1478-1535). Difieren en sus conceptos sobre la forma de lograr la felicidad de los hombres, pero en todas ellas puede encontrarse una constante: construir una ciudad tan justa en la que el conflicto no resulta posible.
En el libro “Utopía” (1516) Thomas Moro realizó un relato satírico, sobre una isla de ficción llamada así. En esta isla, los intereses de los habitantes se encontraban subordinados a los de la sociedad como conjunto. Todos sus habitantes debían desempeñar un trabajo, se practicaba la enseñanza universal y la tolerancia religiosa, y la tierra pertenecía a todos. Estas condiciones se comparaban con las de la sociedad inglesa, con una sustancial desventaja para esta última.
La situación que presentan las utopías llevan a crear una situación de desconfianza sobre estas sociedades anheladas, porque en el mundo moderno en que vivimos, cuesta imaginar una sociedad en la que no haya siquiera un hombre que no entre en conflicto con ella . Y el conflicto conlleva siempre a un grado de desdicha. Porque son diversas las desdichas que las injusticias acumulan sobre muchos para que unos pocos puedan seguir gozando de su felicidad.
No obstante lo expresado, forjar utopías es un derecho inalienable de todos los pueblos y en cada momento, aun parcialmente, la utopía asoma. Cuando la utopía apareció en nuestro país, lo hizo en sus formas degradadas, de sangre y muerte. Tal es el caso de los Montoneros. Ellos pretendieron forjar una utopía, pero fueron ajenos al momento que debían haberla forjado, y sólo encontraron para hacerla viable asesinatos y muerte.
Un hecho similar se presentó en la Revolución Francesa, cuando fueron desviados sus ideales utópicos para transformarse en una escalada de terror, dando lugar a la satisfacción del resentimiento de unos pocos, sobre la dominación de un pueblo que continuaba con sus penurias.
Estas situaciones se han repetido una y otra vez a lo largo de la historia de la humanidad.
La humanidad carece de verdaderos forjadores de utopías y apuesta sólo al realismo.
Este vocablo es el más escuchamos en boca de los dirigentes y ninguno reivindica lo que se debe reivindicar: la utopía. Desde de mayo del 68, hay una inscripción en una calle de París que expresa un bello pensamiento que dice: “ Seamos realistas: pidamos lo imposible”.
Perseguir únicamente lo posible es achatar la imaginación y desconfiar de ella es aceptar sin miramientos la servidumbre voluntaria. Persiguiendo lo imposible es como se puede llegar a la verdadera madurez.
Entre los autores de las distintas utopías que se conocen existe uno, que a raíz de su pensamiento, soportó una larga serie de crueles y dolorosos acontecimientos, los que tuvieron como objeto hacerlo desistir de su pasión vital e ideológica, de la renovación de la humanidad dentro del mundo en crisis en el cual debió desarrollar su existencia. Se trata de Juan Domingo Campanella (1568-1639), de quien he hecho mención al comienzo del capítulo
Una de sus obras la Ciudad del Sol, es la expresión más genuina y auténtica de sus ideas e intenciones, las que trató de llevar a la práctica en su tierra natal. Con esta obra trató de ofrecer un proyecto de organización política y social, realizable y universalizable, en la que la única autoridad fuera la razón: <<acordaron - los solares- vivir en común de acuerdo a la filosofía>>, expresa en una de sus páginas de ” La ciudad del Sol “.
Esta forma de vida racional implica la sustitución de las religiones positivas, incluida la cristiana, por la religión natural que es aquella propia de los hombres cultos que, conociendo todas las religiones, no aceptan ninguna por considerar reflejadas en ellas formas de vida inferiores a la que es propia de los hombres, caracterizada por actuar << de acuerdo con la razón>> y con el saber científico.
Campanella proclama que la república creada en La Ciudad del Sol es casi perfecta, porque es producto de la filosofía y de la razón. Tiene como aspecto sobresaliente: la comunidad de bienes y de las mujeres, la educación generalizada y una organización del trabajo de acuerdo con criterios de científicos. Esta situación sólo se puede lograr dentro de un Estado firme y estable, donde exista unidad entre sus miembros. Y esto solo se puede conseguir si los bienes son compartidos por todos, tanto los del espíritu como los del cuerpo y de la fortuna.
La reivindicación de la dignidad del trabajo humano constituye, sin duda alguna, una de las ideas más valiosas y modernas de este pensador, quien contempla con pesar el escaso aprecio y el mal reparto del mismo en la sociedad de su época, con las negativas consecuencias materiales y espirituales que de esa situación se derivan.
Para Campanella, el Sol simboliza la potencia, la sabiduría, la vida, y así, la Ciudad del Sol es aquélla cuya organización responde a esos principios, gobernada por el <<Sol>> príncipe o sacerdote que ostenta el poder supremo, pues <<no seria nunca cruel, perverso o tirano, alguien que sabe tanto>>.
Creo que al lector le resultará interesante conocer algunos detalles de la azarosa y trágica vida de Campanella.
Juan Domingo Campanella, nació en el año 1568 es Stilo de Calabria. Tomó el nombre de Fray Tomás al entrar en la Orden de los Dominicos. Desde su más tierna infancia demostró un ingenio entusiasta. De carácter inquieto y rebelde, lector incansable, expresó sobre sí mismo en su poesía “Alma Inmortal “ << Devoro en medida tal; que ni todos los libros que tiene el mundo sacian mi hambre profunda, y a pesar de todo lo que comí, me muero de ayuno >>.
Profundo observador de la naturaleza, consideró que los libros ofrecían una imagen adulterada de ella. Esto aparece cuando expresa <<Yo aprendo más de la anatomía de una hormiga o de una hierba (para no hablar del mundo, que es sumamente admirable), que de todos libros que se han escrito desde el comienzo de los siglos hasta la fecha, pues aprendí a filosofar y leer en el libro de Dios. Mirando en su ejemplar, corrijo los libros de los humanos que le copian mal y de un modo caprichoso, no de acuerdo a lo que está en el libro original del universo>>.
En el año 1590 publicó “De sensu rerum el magia”. En esta obra expresó su concepción del mundo al que adjudicó todo sentido, vida y alma. Consideró en esta obra que la unidad y orden es producto lucha y contraste entre seres.
En el año 1591 se lo acusó de que las fuentes de su conocimiento eran producto de comunicaciones con el demonio. Ante tales cargos contestó “consumí más aceite en mi lámpara para estudiar, que ustedes vino para beber”.
Absuelto de sus cargos, se dirigió a Florencia donde el Gran Duque le ofreció una cátedra en Pisa. Pero su antiaristotelismo fue la causa de que no se concretara el ofrecimiento. De Florencia se dirigió a Pisa. Pero en Bolonia lo despojan de sus obras, las que en el año 1594 serían empleadas como documentos para su acusación ante el Tribunal del Santo Oficio en Roma.
Al llegar a Padua, se encontró complicado en una serie de procesos por los cuales, fue acusado de herejía e impiedad. Fue trasladado a Roma y recobró su libertad.
Durante su cautiverio escribió: “De Monarchia Christianorum”, “De Regimene Eclesiae”, “ Discursi Univerali del Governo Ecclesiastico”. En estas obras expresó el ideal de la unión universal de todas la naciones en una comunidad dirigida por un solo pastor.
En el año 1595 publicó el “Dialogo Político contro Luterani”, donde condenó al protestantismo, exaltando al catolicismo, pero como forma de unidad espiritual de las naciones.
Para Campanella, el género humano, en sus orígenes, estaba unido en una teocracia universal bajo la religión y la ley de la naturaleza; pero después esa unidad se rompió, sustituyéndose esa única religión y ley verdadera por una multiplicidad de religiones y leyes falsas, lo que suscitó discordias, guerras y tiranías, que dieron lugar a la perdición de la humanidad. Era necesario retornar a los orígenes. Se habían producido ya signos premonitorios a través de la astrología y las profecías, Campanella se transformó en el nuevo Mesías de la teocracia solar, arrastrando multitudes.
El movimiento tomó grandes proporciones y se tornó amenazante. En 1599 los informes fueron enviados al virrey de Nápoles, quien ordenó a sus soldados una represión despiadada. Campanella y sus seguidores fueron arrestados y sometidos a tortura. Una crónica de la época narra que el 29 de septiembre dos detenidos fueron condenados a ser “pasados por la rueda y despedazados en el medio de la plaza”, otros fueron colgados de un pie, después descuartizados y expuesta su cabeza en una jaula. Campanella fue transportado en una galera por mar hasta Nápoles, juntamente con otros de sus seguidores. Al entrar a puerto, el 8 de noviembre de 1599, en la nave se veía un hombre colgado y dos descuartizados para escarmiento del pueblo.
Mientras duró su encierro en Nápoles, Campanella redactó “Monarchia di Spagnia”(1599-1601). En esta obra confíó que su idea de la teocracia universal podría caer en el inmenso poder de la monarquía española, la que le daría posibilidad de concreción.
Las torturas continuaran hasta que, finalmente le arrancaron una confesión.
Consciente de la suerte que le aguardaba finge locura y la mantuvo durante la atroz prueba de la vigilia, prolongada por treinta y seis horas. Después de ella quedó medio muerto, con sus carnes desgarradas, desangrado pero vivo. Es conveniente aclarar que la sentencia de muerte no podría hacerse efectiva sobre un loco, dado que en esta condición no podía salvar su alma mediante el arrepentimiento. Quedó entonces encarcelado. Luego de soportar el tormento, los rigores se mitigaron, permitiéndole escribir varias obras, entre ellas " Metafísica y ” La Ciudad del Sol “.
En La Ciudad del Sol , encaró una reconstrucción social, política y religiosa. En esta obra considera que la educación debe ser función del estado, extendida a todos los ciudadanos, sin restricciones de clases sociales. La enseñanza debía cifrarse en el conocimiento de la naturaleza, tendiente a formar, no el hombre docto, sino activo, no a través de libros, sino en contacto directo con la naturaleza. Juegos al aire libre; excursiones al campo para aprender viendo trabajos campestres y el apacentamiento de los animales; visitas a los talleres, para que cada alumno descubriera de esta forma su verdadera inclinación. Esta seria la metodología empleada.
La ciudad del sol era una gran escuela, que ofrecía a los ciudadanos la ciencia de todo lo real. Ella se dividía en siete grandes círculos concéntricos, cerrados por grandes murallas; situadas de modo que presentaban, en cada proceso gradual, los diversos grados de la realidad, desde figuras matemáticas; cartas geográficas, con los alfabetos de distintos pueblos, indicando la hidrografía, holografía y minería de cada región; luego las plantas; posteriormente los animales y el hombre, considerando su desarrollo a través de la historia de la humanidad, representado en su aspecto religioso y militar, como también su progreso técnico. Sobre estos singulares textos los maestros enseñaban y los jóvenes estudiaban, transformando la enseñanza en “ juego, disputando, leyendo, enseñando y siempre con gozo “.
En el año 1603, por temor que un compañero suyo, fugado de la cárcel, pudiera intentar su liberación, recrudecieron los rigores de su prisión. Fue relegado a un torreón y luego a una fosa subterránea. En la humedad y el frío de aquella fosa compuso el “Himno al Sol “.
Conforme a su teoría de la animación universal, por la cual la muerte individual no es más que el cambio en otros seres que tienen igualmente sensibilidad de sufrimiento, ni siquiera la muerte real le parecía una liberación.
El único consuelo que le resto fue considerar que el mal y el sufrimiento particular pueden ser un bien y una alegría en el todo. Acaso también el consuelo fuera el culto heliático que habían establecido entre sus compañeros en la cárcel de Castel Novo, con la invocación al “Sacrosanto Sol”, lámpara del cielo, padre de la naturaleza, etc.
Las ideas Campanella, bajo una apariencia ortodoxa, eran ajenas al cristianismo, como la afirmación que Dios mueve todas los cosas por una intimidad mayor con ellas que de aquella por la cual nuestra alma mueve nuestro cuerpo. Con esa idea de Dios, es concebido como alma del cuerpo, cuya esencia mantiene viva la fe en la ley de la naturaleza pero no en lo sobrenatural, reconociendo como cristianos a todos los que viven y obran de acuerdo con la recta razón, en tanto sigan sus dictámenes aún sin tener los sacramentos. En el “Memorial al Papa V” (1606) afirma que la ley de la naturaleza es la ley de Cristo, y que los Sacramentos sirven de auxilio a la naturaleza, puesto que en si son símbolos naturales.
Buscando ayudar a la protección del Papa y mejorar la situación de la Iglesia, propone una reforma ideal del sistema religioso, político y social. Durante su cautiverio Campanella no dejó de soñar con la realización de una teocracia universal que debía renovar al mundo. Pero comprendió que para su logro se necesitaba un poder espiritual grande como el que poseía la iglesia católica, y para concretar su idea deseó que el Papa se conviertiera en su realizador. Para ello le envía al Papa y a los cardenales una serie de “Memoriales” (1606-1607) en la que le proponía una reforma del clero para poder concretar su sueño. Al respecto expresó “no se puede hacer reformas si el clero romano no se reforma a sí mismo”.
La sinceridad de su ilusión, se encuentra en el reproche a los cardenales sobre su favoritismo respecto a los poderosos y la presión que ejercen sobre los pobres.
En cartas a Gaspar Schopp, católico alemán que encabezaba la reacción contra el protestantismo, declaró su propósito y seguridad de convertir en poco tiempo a los protestantes, a los hebreos, a los indios, persas y moros (1607). De esta forma, al consolidar el catolicismo universal se lograría la unidad espiritual del género humano.
En el año 16ll, en su prisión, le secuestraron sus libros, y los manuscritos que había vuelto a redactar. Esto le originó una profunda desolación, pero pronto se repuso, al caer en sus manos la obra de Galileo “ Nuncius”Siderius”. En 1616 pesa sobre Galileo la acusación de hereje, y Campanella sin pensar en el peligro que le representaba, escribió “Apología pro Galileo”, intrépida reivindicación de los derechos de la ciencia, cuya negación en nombre de la religión ofende a la religión misma.
El año 1613 marca la atenuación de los rigores de la prisión de Campanella. Se le permitió recibir visitas y dictar clases en Castel Nuovo. El Virrey Duque de Osuna, conocedor de los conocimientos de astrología y magia de Campanella, comienzó a ejercer sobre él un halo protector, lo que le dió esperanzas respecto a su liberación. Pero muy pronto, y a fin de alejar sospechas de la Iglesia, el duque de Osuna, empeoró el cautiverio.
En el año 1617 dió comienzo a una obra que le llevaría 12 años elaborarla. En ella se propuso demostrar mediante un examen comparativo de todas las religiones, la superioridad de la fe católica sobre otras, procurando así su triunfo universal .Esta obra logró la aprobación del Papa Pablo V y el interés de Gregorio XV, quien extrajo de ella la idea de instituir la congregación “De propaganda fide”.
La mala estrella de Campanella continuó a pesar de las simpatías de Gregorio XV. Llegó a Roma su obra Apología pro Galileo y en reacción contra esta obra, el Santo Oficio condenó nuevamente sus obras. El nuevo Papa Urbano VIII rehusó intervenir en favor del prisionero. Recién en 1625 llegó el decreto de su liberación, la que se hizo efectivo el 23 de mayo de 1626. Habían pasado 27 años de prisión. Liberado, fue nuevamente detenido por el Santo Oficio, y trasladado a Roma. En el año 1628, merced al interés suscitado por su folleto astrológico “De fato siderali vitando” fue convocado al palacio pontificial para realizar prácticas mágicas y astrológicas, que dieron como resultado su liberación definitiva, en abril de 1629.
Después de treinta años de cautiverio, viejo y enfermo, aun persistirían en el los anhelos de realizar su sueño. Esperaba que la protección de la Iglesia Católica le permitiera actuar, publicando sus obras y ser el consultor del Santo Oficio, como así también autorizarle la creación de un seminario para la difusión y la restauración de la fe.
A fin de 1629, la publicación de sus obras astrológicas, efectuada quizás por sus enemigos, provocó el secuestro de las mismas y, en 1632 un Decreto de la Congregación del Indice las prohibió. Al mismo tiempo, la osadía de Campanella, que se ofreció como defensor de Galileo en su proceso, desataron contra su persona nuevas prohibiciones.
La clara visión del constante peligro que encontraba en Italia, agravada por la condena a muerte de su discípulo fray Tomas Pignatelli, indujeron a Campanella a huir a Francia, nación a la cual consideraba que reemplazaría a España en la misión de realizar la monarquía católica unificada.
En Francia trabó relación y amistad con los sabios de la época. Fue muy bien recibida su presencia, hasta por parte del Cardenal Richelieu y del mismo Luis XIII. Publicó en ese país muchas de sus obras. Su vejez le impidió viajar a Inglaterra, donde tenía gran cantidad de admiradores. El 26 de marzo de 1639 se apagó su vida tan atormentada, pero a pesar de ello tan trabajada.
La búsqueda de la igualdad humana sostenida por Campanella, se encuentra muy vinculada con su anhelo de cultura y perfeccionamiento para todos los hombres, que significa colocar como el valor más elevado para el hombre a la vida espiritual y consideraba a esta elevación, progresiva.
La vida de Campanella es un ejemplo de integridad y coherencia, en la defensa de sus ideales a los que antepone su vida misma. Esta conducta existencial, resulta necesario recuperar, construir o al menos desear para la modernidad. Estas vidas ejemplares fueron suplantadas por ídolos, los que si bien tienen una generosa cuenta bancaria, llevan una vida pobre, en la que no existe ninguna causa valedera para ser vivida.
Como los ídolos no tienen causa ni proyecto alguno, caen rápidamente y son olvidados de la misma manera. Su lugar es reemplazado por nuevos ídolos, repitiéndose siempre lo mismo. Mientras tanto, en el hombre contemporáneo seguirá subyacente a la terrible nostalgia de una vida íntegra.
A continuación, se transcribe uno de los diálogos que sostienen los interlocutores de “La ciudad del Sol” , quienes son Hospitalario(1) y Genovés, (piloto de Colón).
Hospitalario: (refiriéndose a los habitantes de la Ciudad del Sol) ¿Y no hay celos entre ellos o dolor por no ser elegido como engendrador para aquello que ambiciona ?
Genovés: No señor, porque a nadie les falta lo necesario en cuanto al gusto, y la generación esta organizada religiosamente en función del bien público, no del privado, y es imprescindible atenerse al dictado de los oficiales. Decía Platón que se debía hacer trampas con los que pretendían hermosas mujeres de forma inmerecida, haciendo con destreza que la suerte corresponda al mérito; pero aquí no es necesario hacer trampas con las bolas para que se contenten los feos con las feas, porque entre ellos no existe fealdad; pues, mediante el ejercicio, esta mujeres adquieren un color saludable y miembros fuertes y grandes, y entre ellos la belleza consiste en la gallardía, viveza y grandeza. Por eso se castiga con pena de muerte el acicalarse el rostro o llevar chinelas, o vestidos de colas para ocultar los pies de madera (2); pero no tienen la posibilidad e hacer eso, porque ¿quien se los daría?. Y dicen que entre nosotros ese abuso procede del ocio de las mujeres, que las hace pálidas y flacas y pequeñas, y por eso tienen necesidad de coloretes y altas chinelas, y de hacerse pasar por bellezas mediante la dulzura, y así es como estropean la propia complexión de la prole. Además, si alguien se enamora de alguna mujer, esta permitido hablar entre ellos, hacer verso, bromas, de flores regalos y plantas. Pero si se hecha a perder la generación, de ninguna manera se permite el coito entre ellos, excepto cuando esta preñada o estéril. No obstante, por lo general, sólo se conoce entre ellos el amor de amistad, no el de ardiente concupiscencia
Los bienes materiales no son apreciados, porque todo el mundo tiene cuanto le es necesario, salvo como signo de honor. Efectivamente los héroes y a las heroínas de la República les concede en la mesa o en las fiestas públicas, ciertos dones de guirnaldas o de vestidos con hermosos adornos; aunque visten todos de blanco durante el día y en la ciudad; pero de noche y fuera de la ciudad visten de rojo , o de seda y lana. Aborrecen el color negro, como la hez de las cosas, y por eso odian a los japoneses, amigos de lo mismo (3). La soberbia es considerada como un gran pecado y se castiga un acto de soberbia de modo semejante como se ha cometido. Por eso nadie considera cosa vil el servir a la mesa, en la cocina o en otro sitio, sino que a esto llaman aprender, y dicen que tanto honor es para el pie caminar como para el ojo mirar; por eso quien esta destinado a algún oficio, lo hace como algo muy honroso, y no tienen esclavos, porque ellos se bastan, incluso se sobran, a si mismos. No es así entre nosotros, pues en Nápoles hay unas trescientas mil almas, y no llegan a cincuenta mil las que trabajan (4), y estos soportan un exceso de trabajo y se destruyen los ociosos se pierden también por el ocio. la avaricia, la lascivia y la usura, y pervierten a muchisima gente, manteniéndola en la servidumbre y en la pobreza, y haciendo participe de sus vicios, hasta el punto de que faltan los servicios públicos, y en el campo, la milicia y las artes no se pueden hacer, sino malamente y a duras penas. Pero entre ellos, repartiéndose entre todos oficios y las artes y los trabajos, ni siquiera les toca trabajar cuatro horas al día a cada uno; así que todo el resto es aprender jugando, discutiendo, leyendo, enseñando, caminando, y siempre con alegría. Y no tienen la costumbre de juegos que se hacen estando sentados, ni el ajedrez, ni los dados, ni las cartas u otros semejantes, pero si el de la pelota, balón, disco, lucha, lanzar el venablo, disparar el arcabuz.
Dicen también que una gran pobreza convierte a los hombres en viles y astutos, ladrones, insidiosos, apátridas, embusteros, falsos testigos, y las riquezas en insolentes, soberbios, ignorantes, traidores, gentes sin amor, que presumen de aquello que no saben. En cambio la comunidad los hace a todos ricos y pobres: ricos, porque todo lo tienen y poseen; pobres, porque no se convierten en esclavos de las cosas, sino que todas las cosas les sirven a ellos. Y mucho alaban en esto a las órdenes religiosas de la cristiandad y a la vida de los Apóstoles (...)
(1) Hospitalario: Caballero de la Orden de los Hospitalarios o de San Juan de Jerusalén
(2) Gruesas suelas de madera de los zapatos que llevaban algunas mujeres de la época de Campanella, para parecer mas alta, ocultándolos por el uso de vestimentas largas.
(3) Campanella tenia noticias que los japoneses consideraban al negro y al rojo como símbolos de alegría, mientras que el blanco lo empleaban en señal de duelo o tristeza
(4) Campanella dignifica y valora el trabajo, lo que da señal en el aspecto de gran modernidad. Consideraba que una ordenación racional del mismo permitiría una mayor productividad.

CAPITULO IX
POSCRIPTUM


Me intereso por la política porque ella es la condición de la vida humana Pero no me interesa la política como una forma de aventura, cuyo fin es lograr el poder y la adquisición de lucro. Creo sí, en la política como vocación de servicio, cuyo fin primordial es el logro de un sistema estabilizador para mejorar las condiciones de una Nación.
No creo en las políticas ni de derecha ni de izquierda. Tanto unas como otras son posiciones políticas sin sentido. Ambas, por corrientes distintas, proclaman los abusos del Estado y denuncian la explotación que sufre el pueblo, pero una vez logrado el poder, buscan sólo su obediencia ciega.
Los discursos políticos preconizan siempre lo mismo: la destrucción de todo le existente, como único medio de conseguir el bienestar de los ciudadanos. Pero el resultado final no es otro que sustituir una elite por otra. En síntesis, los viejos discursos políticos, que hablan de la liberación plena del hombre, encierran la verdadera realidad que es el despotismo; y los amaneceres que cantan, no existen sino en la imaginación y en los slogans de la propaganda.
En mi juventud, ansiaba la revolución justa, en busca de la igualdad de oportunidades, tendiente a desarrollar en el hombre su plenitud. La revolución que combatiera la miseria y permitiera vivir a la sociedad en paz y armonía. Luego, comprendí que las organizaciones revolucionarias son siempre formadas por militantes profesionales, y que los ideales revolucionarios, son dejados más tarde en el desván de lo inútil. Y la revolución se transforma así en una nueva forma de opresión.
Todo lo que creía se derrumbó. Comprobé que aquel respeto inculcado en mi infancia y juventud sobre la ética y el valor de las fuerzas armadas, fueron sólo actitudes declamatorias, ensueños alejados de la realidad.
Cuando tuve la prueba del verdadero sentir, me encontré con la cruel realidad, y pude comprobar el desprecio que sentían por el pueblo, del que negaban ser parte.
Pude comprobar que cuando alcanzaban el poder, siempre lo hacían en forma violenta, comportándose como una fuerza de ocupación en territorio enemigo, para luego ejercer un gobierno, con la misma venalidad y corrupción existentes en el gobierno al que habían derrocado.
Acallaban el clamor popular mediante métodos cuyas aberraciones denigraban a la especie humana. Encarnando su accionar bajo la forma de una cruel represión, a la que justificaban invocando la restitución de los valores nacionales y religiosos supuestamente violados por el régimen depuesto.
De esta forma convirtieron al ciudadano en un títere, y sus libertades desaparecieron vencidas por el terror. Le inculcaron el odio al pensamiento independiente, al que consideraban origen de todos los males que aquejaban a la Nación. Las fuerzas armadas, por medio de sus obras de represión , fabricaron un infierno, y trataron que todos los argentinos lo aceptaran como normal.
Creo que las situaciones que vivió nuestro país, en esas décadas trágicas, quebraron su historia en dos: una parte correspondió a los amos que acaban siempre extendiendo sus tentáculos de embrutecimiento, y otra parte resultaría de la necesidad de evitar en el futuro la instalación en el poder de cualquier forma de despotismo, ya sea civil o militar.
Para cumplir este segundo objetivo resulta imprescindible poner al descubierto la actitud de los profesionales de la política, los que una vez alcanzado el poder, buscan eliminar todo resto de su propaganda electoral y hacen prevalecer su propia voluntad sobre el interés y bienestar del pueblo.
En el poder, el político, busca, mediante simulaciones y parodias, someter al pueblo, y lo convierte en justificación de su despotismo. Empleando frases como: “Yo ofrezco la libertad, la justicia y todo aquello que necesiten para lograr una vida plena” . De esta forma ejercen su dominación, pero han creado la sensación, en el pueblo, que su único interés es el bienestar de los ciudadanos, quienes aceptan por otra parte, paciente y voluntariamente, la dominación impuesta.
La actitud asumida por los políticos consiste en ocultar su verdadero pensamiento, en el que se encierran las reales intenciones. De esta forma se repiten situaciones, que a pesar de poseer características propias, con su propia heterogeneidad, no son más que reiteraciones de la misma realidad.
El poder se convierte, para el político, en el esfuerzo de su conquista y conservación. Lleva consigo estas dos formas de acción sin desdeñar los artificios de una sabiduría cínica: para permitirle entrar y salir de los vericuetos de la política con astucia, arma que deberán esgrimir con gran habilidad, ella les permitirá reconocer el momento oportuno para dar el golpe o detenerlo.
El político habla a las masas con un lenguaje plagado de emociones, porque es conciente de la importancia de las ilusiones sobre la realidad. Los hombres levantan sus casas con los sueños del futuro y los recuerdos del ayer, más que con la realidad del presente.
Para erradicar esta situación, la que se viene repitiendo a lo largo de nuestra historia, es necesario inculcar en nuestra juventud el deseo de saber, y de esta manera renacerá el amor hacia el pensamiento, llenando ese inmenso vacío dejado por la vida contemporánea. De esta forma, se incentivará la búsqueda de nuevas ideas que den a nuestra época su propia morada intelectual y su propia expresión.
Los hombres deben tender a lograr - dentro de límites de su capacidad - el más perfecto ideal humano, no sólo con el fin egoísta de adquirir la paz del espíritu y su felicidad interior, sino con el de colaborar en la tarea de preparar a seres que permitan en el futuro dignificar la vida de la sociedad. Esta tarea creará un nuevo vínculo entre los hombres, una profunda solidaridad universal, libre de pasiones personales y aun nacionales.
Los hombres deben contribuir a la tarea del bien común de la humanidad y como el fin individual se identifica con el fin general, el esfuerzo que se exige a cada uno, deja de ser un sacrificio para convertirse en una inversión.
Esta fusión del interés individual con el general sólo puede advertirse en el plano moral y espiritual. Esta cuestión fue analizada y estudiada durante mucho tiempo, pero nunca se logró resolverla, porque sólo se ha concebido una sociedad en donde priman los intereses materiales.
En este nuevo ensayo, que presento al lector, quiero expresar las situaciones vívidas y que fui analizando a lo largo de mi vida. Muchas de ellas ya fueron expuestas en los otros libros que he escrito y publicado.
No tengo la pretensión de erigirme en un acusador de la sociedad, ni la de adoptar actitudes redentoras, sino sólo tratar de colaborar humildemente con mis ideas en la consolidación de una sociedad mejor, donde impere la dignidad del hombre, que le permitirá vivir en la paz y armonía, condiciones éstas, tan necesarias en nuestra dolida Nación.
Para finalizar quisiera dejar flotando en el espíritu del lector la siguiente pregunta:
¿ Seremos capaces los seres humanos de encontrar entre nosotros mismos, los unos y los otros, los recursos de voluntad e inteligencia para alejar las amenazas que pesan sobre el porvenir ?
 
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