Profesor Guillermo Cesar Vadillo
  Paginas sueltas (parte 2)
 
La búsqueda de esta riqueza va descartando el trabajo humano. Una palabra justifica todos los abusos que se cometen, como así también la degradación mas cruel de las condiciones de la vida y del trabajo. Esta palabra es: competitividad. Bajo este argumento la explotación es lógica, indispensable, porque su única finalidad es generar ganancia sin límites, sin importar los costos humanos que pueda producir; no admite el menor rechazo, ni vacilación.
Uno de los elementos primarios que se emplean en la búsqueda de esta ganancia ilimitada es la reducción de la jornada laboral y el desempleo. Pero lo más funesto no es la desaparición del trabajo, sino la explotación cínica de este fenómeno, que elimina la vida digna; el rechazo de la sociedad respecto al desocupado; el oprobio infligido a quienes lo padecen y la angustia de los trabajadores quienes, bajo la amenaza de caer en desempleo, se ven sometidos a una opresión creciente.
Quisiera dar un ejemplo de la situación que este nuevo sistema de poder económico emplea en el campo laboral: en el mundo de hoy existen doscientos cincuenta millones de niños que trabajan, doblados bajo pesos enormes, enceguecidos por tejer tapices con hilos imperceptibles, deslizándose a través de túneles en las minas, prostituidos, con una vida degradada por la pobreza y la indigencia total.
Estos trabajos inhumanos son producto de la decisión de los jefes de las empresas privadas, esta competitividad sirve de pretexto para los innumerables abusos cometidos en su nombre, los que muchas veces llevan a la degradación más cruel dentro de las condiciones de vida y de trabajo, en busca sólo de una ganancia sin límites.
La sociedad es espectadora, y muchas veces indiferente ante esta cruel competencia en la que cada participante debe sobrepasar a los demás, con las consecuencias dramáticas que produce (tragedias sociales, regresión mundial, civilización relegada o, inclusive, anulada.
Muchas veces me pregunto: ¿Es racional llamar desarrollados a los países ricos? Y, en mi soledad, me respondo: es tal la disparidad entre un puñado de fortunas inmensas y la miseria que vive una parte considerable del mundo, que evidentemente estos países no han desarrollado sus potencialidades. La mayoría de esos países son subdesarrollados, en el sentido de que mantienen y desarrollan la pobreza de los pueblos.
¿Qué destino aguarda a los hombres y mujeres jóvenes en esta sociedad que sucintamente describo? Cada uno de ellos sabe que para muchos no habrá futuro, en particular los que están relegados a los guetos (villas miserias), a los que se considera gente sin valor, que se hallan fuera de la sociedad, aptos sólo para derrochar en el vacío las energías de esta época y de los años que vendrán.
A pesar de la violencia que se ejerce sobre ellos, con frecuencia caen en una profunda nostalgia por una época que pasó, que conocieron sólo por el relato de sus mayores y les parece casi mágica la vida asalariada que les narran (que debería ser la única legítima), pero de la cual se los descarta, como imponiéndoles un castigo sin culpa al que se suma los que ya componían sus vidas.
Otra forma de violencia se observa al hacer un recorrido por la historia de los Estados Unidos. Se podrá ver la crueldad utilizada en su expansión territorial en busca de consolidar su imperio, donde siempre primó la muerte y la desolación que dejaron a su paso en los territorios que sometieron. Se puede dar como ejemplo su accionar sobre Latinoamérica, los actos vandálicos que se cometieron son innumerables y de extrema violencia (se pueden citar como referencia algunos casos, como la anexión del territorio mejicano en el siglo XIX, la invasiones sangrientas que efectuaron en la República Dominicana, Cuba, Granada y Panamá durante el siglo XX, así como el apoyo financiero aportado para lograr la destitución de Jacobo Arbenz en Guatemala (1954) y Salvador Allende en Chile (1973). Podría continuar con una extensa nómina de su cruel accionar en el resto del mundo en el que siempre hubo muerte, tortura, violación, y en el que nunca se tuvo en cuenta ni edad, ni sexo).
Este desarrollo de la violencia que impera en la consolidación de este nuevo imperio, ha llevado al destacado intelectual Noam Chomsky a decir: “Estados Unidos es el terrorista mundial número uno” y a través de ese accionar ejerce una violencia sin límites sobre las Naciones que desea explotar y ocupar.
Podría seguir hablando sobre estas formas de violencia que aquejan al mundo, que son muchas veces distintas de las que los medios divulgan, pero creo que me excedería en el tiempo de la entrevista que usted tan gentilmente me está efectuando.

Réplica

Hablar de la violencia en nuestros días resulta casi reiterativo ante los niveles de agresión que padecemos a diario en distintos ámbitos de nuestra vida. Esta violencia, indescriptible por momentos, parece ser parte de la actividad diaria de cualquier ciudadano al margen de su situación social, cultural y económica.
Pero de lo que estamos siendo protagonistas es de la denominada, hasta el cansancio, guerra de pobres contra pobres, incentivada por los hechos que menciona el profesor Vadillo en las respuestas sobre este tema.
El individualismo, sumado al desmesurado crecimiento de la preservación de los intereses personales y la dependencia intelectual y política que tenemos con los países dominantes -además de la económica con el FMI y los acreedores externos- provoca diferentes hechos de violencia de los que ningún ámbito –ni siquiera el institucional- está exento. Éstos se exacerban por una perversa difusión mediática y así la sociedad padece un estado de alteración al que sus mismos integrantes no encuentran cómo revertir.
Esta exacerbación por la violencia sería impropia en una sociedad ordenada. Ésta no lo es, como también ocurre en el resto de América Latina. El hambre, la miseria, el abandono por parte del Estado de las necesidades básicas de la población, el incremento de enfermedades prevenibles, la desocupación, la errada política educativa, la falta de objetivos e ideales devienen en situaciones de violencia no siempre manejables y, casi siempre, emparentadas con altos niveles de agresión.
Esto no se soluciona con políticas de seguridad, sino con un cambio de pensamiento, con un cambio de formación social e intelectual en el que deben intervenir, igual que manifesté en la conclusión anterior, todos los actores sociales. En comunidades donde el hedonismo es la meta, la violencia permanecerá latente activándose impredeciblemente en cualquier circunstancia.


SOBRE LA ÉTICA (24/01/04)

El campo de la ética aplicada es sumamente vasto. Abarca problemáticas tales como ética y economía, ética y política, ética y educación, ética y medio ambiente y bioética. Por su parte, Jürgen Habermas afirma que la validez del juicio ético se obtiene a través del consenso construido mediante la comunicación producida por argumentos racionales. De este modo, descarta la posibilidad de aceptar como legítimos aquellos consensos limitados a lo que opina la mayoría. La cantidad no da certeza, la mayoría puede equivocarse -dice Habermas-. Y propone lo que él llama consenso dialógico-argumentativo, que tiene características especiales que deben ser respetadas para asegurar la validez del acuerdo alcanzado. En este marco ¿Cuál es la validez del consenso dialógico-argumentativo de los funcionarios, ya sean públicos o de organismos privados, que ponen en práctica lo que consideran “cuestiones acertadas” respecto de los items mencionados al comienzo de este párrafo?

Me interesaría antes de contestar a su pregunta, hacer una aclaración respecto a los términos ética y moral, que muchas veces son empleados como sinónimos. El término moral tiene usualmente una significación más amplia que el vocablo ética. La palabra “moral” proviene del latín mas moris (costumbre). Las ciencias morales comprenden la historia, la política, el arte, etc., es decir todo lo que corresponde a las producciones del espíritu subjetivo. La moral se somete a un valor, en tanto que lo inmoral o lo amoral, respectivamente, es su opuesto o resulta indiferente a él.
En cuanto al termino “ética“, éste proviene del vocablo griego ethos (hábito, costumbre, morada). En su “Ética a Nicomaco” Aristóteles, llama virtudes éticas a aquellas que son hijas de las buenas costumbres, y virtudes intelectuales, a las vinculadas con la sabiduría y la prudencia, ellas avanzan por los caminos de la reflexión y la verdad.
En síntesis, se reserva el nombre de ética para las teorizaciones sobre los actos morales. En definitiva, sin normas éticas no hay moralidad ni inmoralidad, la ausencia de ellas hacen al hombre un ser amoral, aún cuando ese individuo pueda ejercer libremente sus actos.
Comenzaré contestando su pregunta con una demanda que se hace Irving Howe en un ensayo titulado Pensando sobre el Socialismo: “Supongamos que llegamos a la conclusión de que la ética socialista crea más problemas que soluciones. De ser así, tendríamos que buscar un nuevo vocabulario, que obviamente no se puede imponer por decreto ¿Qué tanto cambiarían las cosas si cambiáramos primero nuestro lenguaje? Nuestros problemas seguirían perturbándonos, los males del siglo seguirían acosándonos. Porque todavía seguiríamos pensando que la sociedad capitalista es una sociedad injusta, que sus desigualdades son intolerables, que su ética de la codicia es repulsiva, y que tenemos que tratar de crear una sociedad mejor”
De acuerdo con lo expuesto por Irving Howe, podríamos decir que las virtudes públicas, tal como las estamos viviendo hoy en día, continúan siendo parasitadas por los vicios privados. Estamos en un momento en el cual la economía se respeta más que la política, el ciudadano ha sido abandonado a su suerte, porque lo único que importa es el consumidor. Existe una esfera del capitalismo que impulsa a los gobiernos a vender a los ciudadanos por nada. Esto nos lleva a cuestionar la justificación moral del capitalismo que busca legitimizar un mundo en el que la mayoría pierde y la minoría selecta gana. La acumulación desmedida de ganancias pone en peligro la democracia, existe un verdadero peligro en el plan del capitalismo liberal, que consiste en reducir al mínimo el control de las empresas estatales porque el Estado pone en peligro su propia legitimidad.
Un mundo donde priman las consideraciones económicas por encima de cualquier otra, es un lugar desolador. Esto nos lleva a vivir en un sistema donde las desigualdades que hoy se viven serían intolerables. Ello se debe a que las necesidades del capital no siempre coinciden con las de la sociedad. Esta realidad me lleva a formular la siguiente pregunta: ¿Existe algún gobierno imparcial o algún país cuyos políticos no dependan absolutamente del mundo de los negocios?
No obstante lo que expresé, creo que debe existir una posición intermedia con respecto a la concepción que la sociedad capitalista es una sociedad injusta. Considero que puede existir un capitalismo confiable para asegurar los bienes y servicios, así como para asegurar que habrá excedente de capital para financiar el bienestar social. Para cumplimentar este plan con éxito es necesario deshacerse del especulador, que es lo opuesto al emprendedor. Es decir, llegar a establecer un capitalismo benefactor y humano. Es la hora de que se acepte que, de aquí en adelante, tendremos que ser crudamente experimentales si queremos que este mundo tan herido subsista.
Los que buscamos un mundo mejor siempre hemos reaccionado contra la economía de mercado interesándonos en la filosofía y en reformar la legislación, menos en la política académica y más en la política electoral, menos en criticar la ideología y más en formular escenarios de transformación. Ya no luchamos con todas nuestras armas contra el capitalismo salvaje, hemos perdido algo muy importante: la sensación de que somos los continuadores de una noble y larga tradición que, desde jóvenes, nos envolvió y caló muy hondo.
Esta tradición en busca de un mundo mejor llevó a muchos hombres y mujeres valientes a la muerte. Murieron por una idea que al final no funcionó, pero aun así ellos poseían virtudes a las que muchos de nosotros difícilmente siquiera podamos aspirar. Fueron las personas más decentes, más devotas y más admirables de la década del 70, las que luego fueron miserablemente traicionadas por sus dirigentes que negociaron con el sistema.
Estimado periodista discúlpeme si no le he respondido la totalidad de su pregunta, pero el tema, sin quererlo, me fue llevando a este final.

En su trabajo Ética para el buen oficio político, el español Joan Prats sostiene algunos puntos que los funcionarios gubernamentales deben mantener, como por ejemplo: Tener un compromiso con la realidad que pretenden transformar; Orientarse siempre a elevar la gobernabilidad y la institucionalidad existente; Disponer de una estrategia de desarrollo como parte de un proyecto nacional; Impulsar siempre la transparencia, combatir la opacidad en la que se envuelven siempre los malos políticos; Orientarse a la rendición de cuentas y a la asunción de responsabilidades; Orientarse a la construcción y desarrollo del estado de derecho; Cultivar la sensibilidad ética, la simpatía y la empatía ¿Cree que esto es realmente cierto? ¿Considera que existen políticos o ámbitos partidarios y gubernamentales donde estos preceptos se cumplen, o se intentan cumplir?

Considero que en nuestro país, esas premisas que usted presenta en su pregunta, no se cumplen y hace largo rato que han perdido vigencia. La Argentina es uno de los pocos países del mundo donde se ha producido una involución.
Los políticos electos, antes de asumir sus funciones tienen, por lo general, entre sus propósitos buscar trabajo y prosperidad para el pueblo, como así también garantizar solidez para la economía. Sin embargo, al conceder prioridad absoluta a los deseos de la empresas y al definirse a sí mismos sólo en términos de éxitos económicos y mantener instituciones internacionales que sitúan los intereses económicos por encima de todo lo demás, los gobiernos se arriesgan a convertirse en títeres del mundo de los negocios. Si continúan definiendo el poder político en términos del poder económico, los políticos demócratas olvidarán que han sido elegidos para servir a todos sus conciudadanos, y si definen su política exterior por sus intereses comerciales, los gobiernos perderán la oportunidad de seguir otras metas. En vez de crear un mundo mejor para sus habitantes, se empeñan por crear un marco mejor para los negocios, con la idea equivocada de que una cosa lleva siempre a la otra. Olvidan que en la época de la globalización las multinacionales no se mantienen leales a ninguna nación, ni se puede confiar en que beneficien al pueblo o al gobierno pagando impuestos o creando empleos. Las necesidades del capital no siempre coinciden con las necesidades de la sociedad. Esta situación se produce en todos los países subdesarrollados, no sólo en la Argentina.

Si hacemos un poco de historia, la doctrina griega de las diversas metas de la vida que se pueden escoger en el camino a la vida dichosa, el placer, la riqueza y el honor, a los que se añade la arete y la theoria, contiene sin duda un orden jerárquico, pero la enseñanza ética consiste precisamente en demostrar que partiendo de las metas tradicionales de la vida, sólo la arete y la teoría resultan ser telos. Estas dos, como lo ve Aristóteles, están en una relación peculiar de mutuo condicionamiento. Pero ambas convencen inmediatamente en su valor propio, que es superior a todo cálculo de felicidad. Por eso, es necesario esclarecer aún más cómo la fundamentación de la ética o de la ley moral ofrecida por Kant está conectada con la ética aristotélica y en qué medida la herencia socrática en Aristóteles, señala, aunque con medios platónicos, en la misma dirección de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres de Kant. Aquí propongo dos preguntas: ¿Está de acuerdo con el punto antedicho? y ¿Considera que la ética aristotélica sirve para el esclarecimiento del para-sí-mismo y no para su fundamentación o justificación?

La ética, en la acepción corriente de la palabra, concierne en líneas generales a los derechos naturales del hombre: derecho a la supervivencia, a no ser maltratado, a disponer de libertades fundamentales (de opinión, de expresión, etc.). La ética consiste en preocuparse por estos derechos, en hacerlos respetar.
Conforme con el sentir aristotélico, el hombre tiene un alma vegetal, un alma animal, como así también alma racional. Aristóteles dice que el hombre será feliz si utiliza todas sus capacidades y posibilidades. Consideraba que existen tres clases de felicidad: la primera es proveniente de una vida de placeres. La segunda, vivir como ciudadano libre y responsable. La tercera, una vida en la que uno es filósofo o investigador. A su entender, las tres condiciones tienen que existir simultáneamente para que el ser humano pueda vivir feliz, rechazó cualquier forma de vida única. Si aplicamos la concepción aristotélica a la vida actual, hubiera dicho de aquel que sólo cultiva su cuerpo, vive tan parcial y tan defectuosamente como aquel que sólo usa su intelecto.
En cuanto a la relación con otros seres humanos, Aristóteles señala el justo medio, diciendo que no debemos ser ni cobardes, ni temerarios, sino valientes. Del mismo modo, no debemos ser ni tacaños, ni pródigos, sino generosos. En la concepción ética, Aristóteles se remite siempre al equilibrio y a la moderación como las formas para que el hombre logre su felicidad
Continuando con su pregunta, creo que el momento que vive el mundo es el de un vasto retorno a Kant. Existen exigencias imperativas que no pueden ser subordinadas a exámenes de situación, como son los casos de ofensas, de crimen, del Mal. Ellos deben ser sancionados por un derecho nacional o internacional, por consiguiente, los gobiernos están obligados a hacer figurar en su legislación estos imperativos y a darles toda la realidad que ellos exigen.
La ética bajo esta concepción es concebida como la capacidad para distinguir el Mal(*). El derecho mismo es ante todo el derecho contra el Mal. Si se busca el Estado de Derecho, es porque él se basta por sí mismo para identificar el Mal y proveer los medios para resolver y clarificar los hechos vinculados con él .
Los derechos del hombre son los derechos al no-Mal: no ser ofendido y maltratado ni en su vida (horror a la muerte y a la ejecución), ni en su cuerpo (horror a la tortura, al mal trato y al hambre), ni en su identidad cultural (horror a la humillación de las mujeres, de las minorías, etc.). El sufrimiento se percibe y se ve, los teóricos del siglo XVIII habían hecho de la piedad una forma de identificación con el prójimo.
La corrupción, la indiferencia o la crueldad de los dirigentes políticos, son las causas mayores de su descrédito. Estos hechos tiene raíz histórica, los teóricos griegos de la tiranía ya los habían señalado. Las iglesias hicieron también sus experiencias aprovechando la idea del Bien sobre el Mal, y esto les facilitó la forma de indicar lo que no se debía hacer, de esta manera se contenían con esta abstinencia, sin desenmarañar lo que es necesario hacer. No hay duda de que toda política digna de ese nombre encuentra su punto de partida en representaciones que se hacen las personas de sus vidas y de sus derechos. De acuerdo a la consideración aristotélica se debe buscar el punto de equilibrio. El hombre es el sujeto clave en la vida del planeta. En función de él se deben tomar las decisiones de la política y de la ética que se adopten donde la verdad es el trazo material que alimenta estas decisiones y su ausencia transporta al hombre hacia un vacío que lo lleva a la angustia y al terror.
(*) Mal desde el punto de vista de la ética moderna es lo negativo, lo bárbaro.

Por último ¿Usted cree que la ética es una convención social o una necesidad social?

Considero a la ética como una necesidad social. En nuestro fin de siglo los filósofos han proclamado el fin de los grandes relatos. Una de las consecuencias es que el poder se ha quedado sin la justicia.
El fin de las ideologías deja a los enfrentamientos en su desnudez, es la lógica de la guerra. Los argumentos se han debilitado apenas cubren la transparencia de los hechos. Las potencias que diagraman sus carnicerías ya no se justifican con mensajes hipócritas, la impunidad que las acompaña les permiten realizar hechos de alta violencia, con el sólo pretexto de combatir el supuesto mal que anida en los países a conquistar. Se habla así de razón cínica, la que exhibe alegremente sus propias vergüenzas. El poder perdió el pudor.
El fin de la ideologías deja el espacio para la lógica de la guerra desnuda. La ética busca retornar, ella se ha mantenido siempre latente en este mundo convulsionado. Su vieja historia la constituye como disciplina fundamental en el pensamiento occidental. El retorno a la ética significa la persistencia de la filosofía, pues sin ella no se puede hablar de términos éticos.
Hoy se habla de ética para todos los rubros y sectores sociales, se regala ética con creces. En el mundo de los negocios es la palabra de mayor circulación haciendo caso omiso a su real significado.
La razón es otro de los elementos que debemos analizar, ella sufre una grave derrota con la llegada del pensamiento neoliberal en la economía. Ello nos coloca frente a una imagen del mundo que no se circunscribe sólo a la economía, sino que da una visión sistemática de todas las actividades humanas imaginables, que van desde la ética, la moral, la política y hasta la misma economía, que se encuentran infectadas por aquello que es conocido con el nombre de pensamiento único.
El neoliberalismo lleva a las grandes empresas a tener dominio del poder político, cuando lo necesitan se valen de él para licuar sus deudas y hacer que el Estado cargue con ellas. Son muy neoliberales cuando deben cobrar, pero en el momento de las pérdidas se socializan.
Otro de los ejemplos que quiero citar, para mostrar la necesidad del renacimiento de la ética en nuestro país, es el siguiente: los partidos políticos tradicionales se han transformado en una corporación, en ella se deben incluir el poder judicial, legislativo, de seguridad, los que además de ser partícipes de delitos contra la sociedad como ya expresé con anterioridad (secuestros, asaltos, crímenes, etc.), defienden el sistema de renta y financiación que ahoga al país.
Esto nos indica la necesidad de la creación de una nueva fuerza política que represente a la Nación y defienda el interés popular.
Son muchos los ciudadanos a los que les gustaría añadir un poco de humanidad a la maquinaria neoliberal, sienten la necesidad de implicarse en forma responsable y volcarse a la búsqueda de una acción colectiva. Quieren verse cara a cara con los causantes, para descargar sobre ellos sus reproches, sus inquietudes y sus angustias, pero se encuentran con un muro infranqueable que no les permite el paso y ese es el nuevo poder que se transformó en algo abstracto, invisible, lejano e impersonal.
Esta situación que experimenta el hombre hace que nazca en su mente un sueño, que consiste en encontrar, no un proyecto de sociedad a su conveniencia, sino un modo de ver y analizar la sociedad que permita reemplazar a tiempo, por medio de una nueva arquitectura, los conceptos del proyecto neoliberal.
A nivel internacional vivimos hoy una guerra de larga duración, supuestamente realizada contra el terrorismo mundial. Pero en realidad es una guerra contra los países pobres, contra los desesperados, contra los que son distintos, pero no para resolver su indigencia. Si en realidad tuviera la intención de resolver su miseria, el poder hubiera descubierto que la verdadera guerra a librar es la guerra contra el hambre y la miseria, en busca de erradicar todas las injusticias que vive la humanidad.
El filósofo francés Alain Baldiou, expresa que el renacimiento del interés por la ética obedece a los problemas que se plantean en el mundo de hoy. Muchos de ellos están representados por la pérdida del pensamiento de las masas, la resignación general ante la fatalidad actual del mundo y el triunfo del mercado combinada con las democracias parlamentarias. Todo ello lleva a que la ética se sostenga sobre un consenso tácito: el reconocimiento del mal y la hegemonía de la figura de la víctima.
En uno de mis libros publique en una oportunidad esta frase “Quien guste decir la verdad debe tener un caballo para huir”. En el mundo actual, el que no quiere ser insultado debe callar. Pero me es imposible callar frente a la situación en que viven, tanto nuestro país, como así también en gran parte de nuestro planeta. Ya no podemos ocultarnos tras una cortina de palabras sonoras y de buenos principios escarnecidos, sin denunciar la injusticia que se les infligen a millones de seres humanos a quienes espera un sombrío futuro.
Para finalizar esta entrevista, mi estimado periodista, me queda aún la duda respecto a si mi respuestas estaban dentro de lo que buscaba. Pero, antes de despedirnos, me gustaría dejar flotando la siguiente pregunta: ¿Seremos capaces de encontrar en nosotros mismos, los unos y los otros, los recursos de voluntad y de inteligencia necesarios para alejar las amenazas tremendas que pesan sobre el porvenir?

Réplica

Por el tratamiento que en nuestros días recibe la ética, pareciera que abunda. Sin embargo, estamos ante una falacia, ya que hoy la sociedad carece de pensamiento crítico y el presente da paso a otro presente y así en forma sucesiva, descartando la posibilidad de futuro.
Intentar explicar la ética en un país como la Argentina donde la corrupción es una de las partes –tal vez la más importante- del devenir cotidiano, resulta -al menos a priori- ridículo.
En estas circunstancias, más que nunca, es imperioso volver al análisis de la ética clásica, retornar a las fuentes en las que abrevaron los grandes pensadores y tratar, desde allí, de buscar soluciones que den un giro a la decadencia moral que hoy atraviesa a todos los estratos sociales.
¿Pero cómo podemos volcar el pensamiento de las nuevas generaciones a la búsqueda de parámetros éticos, si hemos perdido el valor de enseñarles a entender la ética desde el punto de vista de lo cotidiano? Sin rumbos claros no habrá salidas precisas. Sin objetivos no hay motivaciones válidas y éstas caen en la simplicidad de un momento espurio en la vida que pronto pasan a ser todos los momentos de la vida.
No hay referentes para encontrar valores éticos más allá de las propuestas bibliográficas de los pensadores clásicos. Así, el desinterés por una vida en sentido moral se hace carne en la sociedad que perdió el rumbo pero también el interés por volver a encontrarlo. Hoy la ética no se discute ni se pone en práctica, y éste es un error que imperiosamente debemos corregir desde la primera infancia porque de otro modo, la total pérdida de valores nos llevará a la total pérdida de poder –y querer- lograr las condiciones de vida dignas que por derecho debemos gozar todos los hombres y mujeres de la Tierra.
 
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